miércoles, 12 de diciembre de 2018

Mindfulness para antes de un examen.


Ayer hablaba con mi marido, que es maestro, de como muchos alumnos fallan en los exámenes simplemente porque no se toman el tiempo necesario para leer con atención los enunciados. La falta de atención en la lectura, indudablemente les afectaba a la comprensión lectora, aunque no tuviesen ningún tipo de dificultad o deficiencia en la misma.

En estas estábamos, cuando me preguntó si había alguna manera de ayudarles, si con alguna meditación mindfulness sería posible que comenzaran el examen más calmados, con más atención y concentración.

Así que se me ocurrió crear una meditación para antes de los exámenes. Está pensada, en principio,  para alumnos y alumnas de segundo ciclo de primaria.  He de decir, que mi marido ya ha empezado a introducir el mindfulness en su aula, con pequeñas pausas para observar como es su respiración en ese momento. 

Os la comparto por si queréis probar con ella. Os animo a que si la usáis, compartáis vuestra experiencia en los comentarios.



MEDITACIÓN PARA ANTES DE UN EXAMEN.


Sentados como estamos, adoptamos una postura atenta y cómoda. Cerramos los ojos  y atendemos a la sensación del aire al entrar y salir por la nariz…  Si surge algún pensamiento lo dejamos pasar, mientras seguimos con la atención  a la sensación del aire al entrar y salir por la nariz…  La práctica no es para pensar sino para atender a lo que sentimos. A la sensación del aire al pasar por la nariz.

Ahora ponemos la mano sobre la barriga y notamos como sube y baja con la respiración.
En un rato vamos a hacer un examen, y para ello, cuando acabe esta práctica de observar la respiración, vamos a llevar la atención, el interés, la calma y la curiosidad al examen. Así podremos leerlo con cuidado para responder lo mejor posible.

Nos podemos decir frases en voz baja que nos ayuden... “que yo me concentre”, “que tenga tranquilidad”, “que lo haga lo mejor posible”...

Si surge algún pensamiento que distraiga, lo dejamos pasar y seguimos con las frases de ayuda…que yo me concentre”… “que tenga tranquilidad”… “que lo haga lo mejor posible”…

Para finalizar, hacemos un par respiraciones profundas, y empezamos a movernos muy despacio, procurando mantener esta sensación de concentración y tranquilidad…



Un abrazo y espero que os ayude.



miércoles, 31 de octubre de 2018

Los miedos y Halloween.



Hoy es Halloween,  Samhain, día de Todos los Santos, da igual la tradición que se siga, hoy es  día de recordar a seres queridos que ya no están y de enfrentarse a los miedos. Más allá de clichés de película de terror, hoy puede ser una oportunidad para prestarnos atención, cerrar los ojos y meditar sobre nuestros miedos. En consulta veo muchos y variados, con más poder que cualquier zombi para anularnos. 

Miedo a engordar, a no ser aceptado, al compromiso, a no tener un estatus determinado, a perder el empleo, a lograr un empleo y no ser capaz, a no llegar a fin de mes, a no ser suficientemente bueno en algo, al abandono, a la invasión, a hablar en público, a quedarse solo, a morir, a vivir, a sentir dolor, a no sentir, al fracaso, ..

Cada persona tiene/tenemos diversos miedos, algunos más o menos paralizantes. El miedo es una emoción básica que nos indica una amenaza, ya sea real, proyectada o imaginada.

Por eso te invito a que indagues en tus miedos, no los rehuyas, que los mires y te acerques prudentemente a ellos y si no puedes, pide ayuda para lograr cierta seguridad para poder exponerte. En cualquier caso, no se puede intentar poner una solución a los miedos si se desconocen. 

Depositphotos.com

Hoy es un día para eso, como quien ve una peli de terror bajo una manta en el sofá, observa qué te da miedo, es el primer paso para que pierda poder, como cuando ves muchas veces la misma película. Y si la ves con amigos, al final todo acabará en risas.

Se trata de aprender a relacionarnos con nuestros miedos de otra manera, en lugar de intentar escabullirnos de ellos, es aprender a usarlos como brújula, dejar de ignorarlos y usarlos para poner en marcha nuestros recursos para intentar soluciones.

Como escribió Nelson Mandela en su autobiografía "aprendí que el valor no es la ausencia de mido, sino el triunfo sobre él. Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que se sobrepone a él".

Valídate, reconoce que sientes miedo, está bien y es normal sentir miedo, vale, no te gusta, pero está ahí.  No es  adaptativo autoengañarte o culpabilizarte, es mejor intentar comprender el significado que tiene, de donde viene, e intentar movilizar recursos. Da igual que no se logre al principio, los errores son una valiosa fuente de información y muy infravalorada.

Aprovecha hoy, que los miedos están muy presentes, aunque sea en clichés, y pregúntate. ¿a qué tengo miedo? y ¿cómo puedo ayudarme?

Suerte en tus indagaciones, y ya sabes, si no puedes solo o sola, siempre hay personas dispuestas a ayudarte en ello.



Feliz día.

martes, 23 de octubre de 2018

Reflexiones sobre niñofobia.







Esta mañana he visto algo en el metro que me tiene media mañana dándole vueltas. Y me ha llevado a estas reflexiones que os comparto. Evidentemente son personales y se basan única y exclusivamente en mis apreciaciones totalmente subjetivas.

Entro al vagón y lo primero que me llama la atención es una música  estridente. Me fijo y veo que proviene del móvil de un chico de unos 20 años. Al lado una mujer de unos 60 años, visiblemente contrariada, con gestos continuos de desagrado, pero que calla. En la siguiente estación, se baja el chico, y suben dos preadolescentes de unos 12 años, (lo sé porque se ven libros de 1º de la ESO). Las muchachas que entran van con la risa floja de esa edad. Al rato, la señora contrariada de antes, les increpa, "niñatas, a ver si os calláis, que esto es público y vuestras risas molestan".

Yo me bajaba en la siguiente, y antes de irme le digo a la señora "¿por qué no le ha dicho nada al chico que tenía antes al lado, no será que estas chicas pagan su silencio de antes?" Lo sé, la deformación profesional me acompaña siempre.

En estas llevo pensando toda la mañana y la reflexión que me surge es ¿Tanta niñofobia no responderá en parte a la cobardía de no decir lo que molesta y cuando molesta? ¿No será que es más fácil dirigir nuestras frustraciones hacia quien no se puede defender o consideramos menos peligroso? ¿Respondemos igual a molestias infantiles que a las adultas?

Siento que cada vez hay más permisividad con las molestias incívicas, ya sea por miedo, por desidia o pasotismo. Sin embargo esa permisividad es inversamente proporcional a las molestias que generan los menores. 

Toleramos que alguien hable a gritos en un restaurante, pero no que lo haga un niño o una niña. Toleramos que en un avión dos personas mantengan una conversación en voz muy alta, pero no que lo hagan niños. Se tolera que adultos armen jaleo en un hotel por la noche, pero no que bebés en la habitación de al lado pasen mala noche.

Se está excluyendo a los menores de los espacios públicos.



Vale que los progenitores y demás cuidadores tenemos que enseñarles qué es eso de compartir espacio público y respetarnos unos a otros, que tenemos que enseñarles que no todo lo pueden hacer por el simple hecho de ser niños, que pueden resultar molestos algunos de sus comportamientos, cómo lo es el comportamiento de otras personas adultas. En esta endoculturación, les hacemos flaco favor si les enseñamos que está bien descargar la frustración en el que consideramos más débil, o que no está en posición de poder defenderse.

Con este doble rasero les enseñamos que no son criticables actos concretos, sino las personas que los perpetren, y según qué tipo de persona sea se puede criticar o no.


Disculpen, pero esta doble moral yo la veo muy, muy peligrosa. No olvidemos que los niños de hoy, serán los adultos de mañana, y lo que les enseñemos como bueno hoy, lo entenderán como bueno mañana.

jueves, 18 de octubre de 2018

Cuento con enseñanza. "El sultán que soñó que perdía todos los dientes".






Hace tiempo leí un bonito cuento, breve y cargado de sabiduría: 

"Cuentan que una noche un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Enseguida cuando despertó, ordenó llamar a un adivino para que interpretase su sueño.



- ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino – cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.



- ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!



Llamó a su guardia y ordenó que encierre al adivino durante una semana y que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajeran otro adivino. Enseguida cuando lo vio, le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:



- ¡Excelso Señor! ¡Felicitaciones! El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.



Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al adivino. 


Cuando este salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:


- ¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.



- Recuerda bien, amigo mío – respondió el adivino – que todo depende de la forma en el decir. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos delicadamente y la ofrecemos con ternura, sin dudas que será aceptada con agrado".

Autor desconocido.


Audience of Charles Gravier (1717-87), Comte de Vergennes


Muchas veces nos sorprende la reacción de otras personas a nuestras palabras, cómo aparentemente rechazan nuestras opiniones frente a otras que parecen iguales. Este bello cuento nos muestra la importancia del cómo nos expresamos, y no sólo el qué. El expresarnos es todo un arte que tendemos a olvidar.

Te invito que que observes tu manera de expresarte, que experimentes otras modalidades en en tu mensaje, incluso en las redes sociales. Tenemos un idioma muy rico, usémoslo con cuidado y esmero para acercarnos en lugar de para separarnos.

Gracias por leerme, si te ha gustado te invito que comentes y lo compartas.

miércoles, 4 de julio de 2018

Algo ha cambiado en mi. 28 de mayo de 2018




Mi trabajo es un regalo la mayoría de las veces, sobre todo cuando ves la evolución y los cambios de las personas que se sientan frente a mí. Os quiero compartir la carta de despedida, previa autorización, de una gran mujer, que vino dañada y se fue fortalecida. Ella mejor que nadie narra el resurgir de las cenizas. Gracias por tu confianza.


Foto de Ryan McGuire


"El 25 de diciembre yo también tuve mi regalo de Navidad, aunque en ese momento no pensé que lo fuera y cuando lo abrí y lo vi, lloré, grité, sufrí y hasta por un momento me creí enloquecer…ya me habían intentado dar ese regalo en otras ocasiones, pero siempre lo había rechazado porque imaginaba lo que había dentro y sabía que cuando lo tuviera de verdad entre mis manos, ya no podría devolverlo y eso me asustaba y me asustó.

Desde el primer momento supe que estaba recibiendo algo tan trascendental que como no fuera capaz de darle la importancia debida y encontrar el lugar apropiado donde colocarlo, me haría daño por siempre, así que estaba claro que necesitaba mucha ayuda para armar el puzzle. Y así llegué a ti Mamen, para que tú como profesional me dijeras en esa primera sesión: “sí S., has sido una mujer maltratada” y me explicaras que era el círculo del maltrato y empezaras a compartir conmigo las claves que otras usaron para transformar un regalo en el que al principio se vislumbra una foto espantosa, en otra llena de luz, calma y camino por andar.

Estos meses han sido de los más duros que he vivido. Como es cierto que cuerpo, mente y corazón están unidos, todo mi ser se declaró en huelga y dejó de funcionar y por un momento pensé que mi estrella, de la que tanto he presumido siempre, se apagaba, así que tenía que esforzarme más que nunca por seguir sintiéndola. Muchas veces confieso haber pensado: “no se sí esto sirve para algo, al final hablo, hablo, hablo y lo que digo ya me lo sé…” pero claro que servía!! armaba discurso y tú infiltrabas entre mis palabras esa luz que yo tanto ansiaba y que se encendía en los momento más necesarios y las cosas pasaban como tú las vaticinabas y eso me empoderaba, porque cuando volvía a tener ante mí otra situación de conflicto, respiraba y salían tus “no tienes qué..elige qué” y tantas otras frases que ya son parte de mis mantras vitales.

Y ahora que echo la vista atrás, sintiendo lo bueno que es poder hacerlo porque eso significa que hay cosas que ya son pasado, recuerdo a mi amiga S. que me dijo: “reconocerse como mujer maltratada tiene una parte desgarradora, pero también una parte preciosa de sentir que aprendes, de despertar en ti curiosidad hacia temas a los que nunca te habías asomado y yo, que te conozco, sé que llegarás a esa parte pronto…”

Y hoy me siento muy orgullosa de mi misma porque efectivamente creo que he llegado a esa parte pronto aunque al principio la veía tan lejana…y es que ha sido todo tan intenso. Meses de sentirme que estaba dentro de un culebrón, de sentir que cada día me hundía un poco más, de descubrirme diferente a como me creí, de imágenes, situaciones, palabras que se repetían en mi cabeza una y otra vez cual obsesión que me debilitaba. Sentir que una guillotina había cercenado mis principios que siempre fueron mis pies y se había apoderado de mi la incomprensión, la rabia, el dolor, la vulnerabilidad…De repente la reina del pragmatismo, la que siempre tiene respuesta y opinión para todo y ante todo aunque esta opinión no sea la acertada, se había quedado sin palabras, sin un camino a seguir, me  sentía herida de muerte y eso da tanto tanto miedo y el miedo paraliza y retroalimenta todos estos sentimientos, así que decidí que era lo primero que tenía que expulsar de mi vida y en esta historia el miedo tiene nombre y apellido, se llama B. L. y le identifico como el mal.

Entender porque había permitido que el mal se enganchara a mí como una garrapata, que anulaba mi voluntad, que me hacía hacer cosas que nunca pensé que haría, descubrir que esto no sólo tiene que ver conmigo sino con un mal mucho más grande, endémico y estructural que vivimos las mujeres en el mundo, empezar a sentirme parte de algo, encontrar respuesta y espejo en muchas , empezar a ser yo también espejo de otras, centrar, serenar, aprender, permitirme sentir, llorar, reconocer y asumir mi vulnerabilidad, mis emociones, replantearme lo que quiero y como quiero ser y actuar a partir de ahora, desgranar hasta separar lo negativo de lo positivo y decidir con que quedarme, .. todo esto y mucho más, ha sido el camino que he andado de tu mano.

Mamen gracias por centrar, iluminar y  ser mi abrazo necesario. Hoy siento que lo hemos conseguido, hoy ha vuelto a salir el Sol."
S. T.


Algo está cambiando


Algo está cambiando en mi, creciendo

Algo está cambiando en ti, lo siento 
Me voy a buscar una luz pa iluminar 
Todos estos momentos 
Dejando todo lo que tenga que dejar 
Y seguir creciendo

Soy lo que soy lo que tengo que ser 

Voy a donde voy sin tener que perder 
Soy lo que soy lo que tengo que ser 
Voy a donde voy sin tener que perder

Me estoy liberando del tiempo soledad 

Y es un sentimiento 
Y es un sentimiento 
Estoy caminando conciencia libertad
Camino despierto camino despierto

Algo está cambiando en mi, puedo verlo 

Algo está cambiando en ti, algo bueno 
Me voy a buscar un sonido pa cantar 
Todo este silencio 
Cambiando todo lo que tenga que cambiar 
Y seguir creciendo

Me estoy liberando del tiempo soledad 

Y es un sentimiento 
Y es…



viernes, 20 de abril de 2018

La dictadura de la felicidad. O como morir en la búsqueda de la felicidad eterna.

Ahora con sociales redes,
todos dicen que vales
y todo virtual puedes.
Mientras tanto,
me rasco.

Pedro Pablo Pareja


Podemos leer decenas de frases supermotivantes a lo largo del día; en redes sociales, en eslóganes publicitarios, en camisetas, libretas… Los mensajes que invitan a la felicidad nos rodean. Todo esto aderezado por cientos de cursos que prometen la felicidad, la satisfacción o el éxito en algún ámbito de la vida. Cursos para obtener el éxito en pocas semanas, cómo lograr la pareja perfecta en un fin de semana, o cómo vencer la timidez con nuestra mente optimista en pocos pasos.

Parece que ir contra esos mensajes tan positivos, aparentemente inocuos te colocan en el lado de los cascarrabias y amargados, que parece que niegan el lado bueno de la vida y no quieren ser felices ni tener éxito

¿Acaso puede haber algo malo en tanta positividad?

Claro que lo hay. Toda esta psicología de baratillo tiene efectos perniciosos que te muestro y te invito a reflexionar a continuación.

1.- Todas las emociones son necesarias.

El mayor daño que hace este movimiento motivacional es el de clasificar las emociones en positivas y negativas, cuando en realidad todas las emociones son positivas en la medida en que nos proporcionan una información valiosísima si las observamos, atendemos y sabemos leer. Las emociones son como nuestro GPS. Nos guían cuando algo no funciona bien dentro de nosotros o a nuestro alrededor.

Las emociones son reacciones corporales ante las situaciones vividas, no se pueden evitar, como mucho se puede regular la respuesta a las mismas. La evitación neurótica de toda experiencia negativa es como ocultar la basura bajo la alfombra. Si no modificamos las circunstancias que provocan esa emoción que nos incomoda, tarde o temprano esa emoción que nos negamos a sentir, se presentará imprevisiblemente en todo su esplendor. Esconder o negar el malestar que genera alguna emoción no ayuda a solucionar los problemas, más bien los perpetúa.

Cada emoción tiene una finalidad, incluso las displacenteras, como podemos ver en esta imagen:


¿Por qué pretendemos negar esa parte de nosotros? No hay nada vergonzoso en sentir, es inherente al ser humano.

2.- No hay certezas.

Evitar a toda costa cualquier atisbo de algún evento negativo es prácticamente imposible. Sin embargo se recurre a la idea o fantasía de control para mitigar nuestra necesidad de "cierre cognitivo”, donde todo encaje. Suponer que va a aparecer una respuesta definitiva a nuestros problemas, para así eludir la ambigüedad, lo incierto, lo desconocido es bastante ingenuo. No es más que una ilusión, ya que no siempre vamos a tener las certezas que buscamos para mitigar nuestra angustia.

La incertidumbre es parte de la vida, y uno de los mayores indicadores de salud mental es tolerarla.

3.- Distinguir necesidades de deseos.



Abraham Maslow ideó una teoría psicológica en la que clasificaba las necesidades humanas. Según la cual se atenderán las necesidades superiores en la medida en la van quedando satisfechas las inferiores.

Clasifica las necesidades humanas de la siguiente manera:

• Necesidades fisiológicas (respiración, alimentación, descanso, sexo...).

• Seguridad (seguridad física, empleo, salud, vivienda...).

• Afiliación o relaciones sociales (amigos, pareja, amor...).

• Reconocimiento (éxito, autorreconocimiento, poder...).

•Autorrealización (creatividad, espontaneidad, trascendencia...).

El positivismo simplista, por el contrario, equipara la búsqueda de la felicidad, a una idea inalcanzable que genera insatisfacción. La lógica pirámide de Maslow se nos muestra invertida. No te dice que sin las necesidades básicas cubiertas es muy difícil ser feliz. Salud, comida, cobijo, socializar, educación... Se confunde deseo con realidad.

Impulsa a perseguir ideas de autorrealización y trascendencia cuando antes deberíamos cultivar y defender lo más básico.

Somos diferentes, así que las recetas de la felicidad no son universales. Hay que conocer lo que nos satisface a cada uno. Máxime cuando lo que entiende cada uno por felicidad varía tanto de una persona a otra.

Pretender llegar a estados de satisfacción plena sin saber si se va a llegar a fin de mes, si se sufre acoso laboral, si no se tienen amigos… es bastante ingenuo.

 

4.- El hedonismo y la egolatría no son la solución.

Toda esta industria de la felicidad está continuamente ofertando cursos, seminarios, productos, libros…que prometen éxito, abundancia y felicidad para que no tengas que quejarte mucho, ya que la queja se entiende como signo de debilidad. Poco a poco se cae en la sonrisa aparente y la autocomplacencia.

Ningún taller de fin de semana por muy sanador que diga ser, ninguna masterclass con el gurú de turno, ningún libro revelador, te cambiarán la vida.

Los cambios vienen de la conciencia de la verdadera necesidad, la constancia, del cambio de hábitos, de sanar heridas...

No hay atajos ni recetas milagro.


Se asocia desarrollo personal a disfrute, a acaricia el ego. No se incentivan la participación ciudadana, los cambios sociales, la honestidad, el compromiso…

Mas todo esto no siempre lo podemos conseguir solos, a veces necesitamos a los demás. No se nos enseña a crear y fomentar redes de apoyo que cubran nuestras necesidades de contacto y nos sirvan de sostén ante las crisis.

Si alguien está pasando por un mal momento, lejos de inculcar el amparo, la colaboración, se tiende a pensar que algo habrá hecho, que no se esfuerza lo suficiente, que es un blando o un vago. La solidaridad y el apoyo mutuo están desvalorizados.

5.- El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.

Cada vez dedico más tiempo en terapia a realizar psicoeducación orientada a desmontar mitos, prejuicios, creencias erróneas sobre supuestos problemas psicológicos que en realidad no lo son. Aumenta el número de personas que solicitan mi ayuda porque sienten que han fracasado al no saber sobrellevar problemas como despidos, muertes de familiares, rupturas sentimentales… Cuando lo único que ocurre es que su malestar es coherente con lo que les rodea. El dolor es inevitable en esas circunstancias, la precaución debe ir en que no derive en sufrimiento innecesario.

Ante esta avalancha de felicidad sienten culpa o vergüenza por no ser capaces de lucir radiantes, optimistas ante esos hechos y no encontrar la suficiente motivación para alegrarse.

La dictadura de la felicidad convierte ser feliz en un logro, una meta, y si no se consigue, conduce a pensar en que se es alguien imperfecto, indigno e indeseable.

Se nos invita a evitar los conflictos, a inhibir las emociones dolorosas, poniendo nuestra salud mental en peligro.

A veces esos problemas personales derivan de problemas sociales, a cambio se propone pensar en positivo y sonreír en lugar de unirnos, reivindicar, exigir, requerir, actuar, movernos, ser responsables... para no perder derechos, tener tiempo libre, conciliar, tener vida privada, no dejarnos abusar y tener un salario justo, por ejemplo.

6.- No siempre se logra lo que se desea.

Tengo la sensación que a medida que se extiende la dictadura de la felicidad aumenta el sufrimiento de la gente. No encuentran lo que buscan porque es un ideal inalcanzable. No podemos estar felices todo el tiempo. A veces hay que empezar por aceptar el dolor que nos rodea y sentimos.

Reconocer nuestras vulnerabilidades, lejos de hacernos más débiles nos hace más fuertes. Nos encamina a buscar soluciones, a compensar. Conocer todas nuestras facetas nos empodera Rompe con la dictadura de la felicidad y con el que todo debe ser guay todo el tiempo. Cometer errores es una maravillosa fuente de aprendizaje si nos permitimos fallar y aprender de ello.

El pensamiento un tanto simplista de si lo piensas puedes hacerlo, nos puede llevar a asumir demasiados riesgos. No viendo las señales de alarma de que algo va mal, no haciendo una evaluación de nuestras capacidades coherentemente, no se reevalúan los proyectos, no se evalúan los peligros… Total, si quieres puedes lo que te propongas.

¿Qué podemos hacer?
Las desigualdades sociales, son uno de los principales factores de riesgo para sufrir enfermedades, incluidas las enfermedades mentales.

Incentivar el utilitarismo y el positivismo en detrimento del pensamiento crítico y creativo, contribuyen a que los problemas serios de la vida se banalicen y se simplifiquen al absurdo.

Si en lugar de buscar respuestas rápidas, nos dedicamos al autoconocimiento profundo, a fomentar la responsabilidad personal; invertir en promover nuestros recursos personales, seguramente no nos lleve al éxito fulgurante pero nos hará más autónomos y menos dependientes y manipulables. Realmente significa hacernos responsables, aceptar que hay partes de nosotros que no nos gustan, que no funcionan como quisiéramos. Entraña conocer nuestras limitaciones. Implica afrontar situaciones desagradables. Pasa por mirar cara a cara a los problemas, aunque eso nos suponga estrés y angustia. Supone no huir de lo que nos tortura y colocar lo que está descolocado.

Significa cambiar la estética por la ética. Y comprender el concepto de humanidad compartida, es decir, que en cierta forma todos estamos conectados y que la felicidad y el bienestar son un producto de la armonía social. El encuentro de la prosperidad personal pasa por dejar de sentirnos separados unos de otros, para en su lugar reconocernos necesidades de supervivencia y bienestar compartidas. Todo esto sería imposible sino reconocemos nuestro propio sufrimiento y el de los demás, algo que este movimiento “flower power“ no parece concebir.

Este artículo está basado en otro que escribí para la revista Mente Santa, publicado en el nº 137 Titulado "¿Hay qué estar siempre bien? La Tiranía de la Felicidad.