jueves, 28 de diciembre de 2017

Permítete ser, para sentirte bien.

Si hasta ahora te has propuesto obligaciones, imposiciones, compromisos, deberes, exigencias... muchas de ellas sin un origen definido, producto de costumbres familiares y sociales; y el resultado es insatisfacción, desgana, estrés, ansiedad, tristeza, rabia, impotencia, frustración...

Puede que necesites darte permiso a partir de ahora.

- Que te permitas sentir tus emociones y notar cómo pasan.

- Que te permitas cometer errores y aprender de ellos.

- Que te permitas aceptar tu grandeza, incluidas tus imperfecciones y fallos.

- Que te permitas decir NO a lo que te daña.

- Que te permitas decir que sí a lo que te hace bien.

- Que te permitas cuidarte y darte el valor que mereces.

- Que te permitas pensar sin engancharte a ningún pensamiento en concreto.

- Que te permitas saber qué quieres.

- Qué te permitas ser tú.

A partir de ahora, permítete para sentirte bien. Suelta exigencias.



Si necesitas ayuda para empezar el cambio que necesitas, llámame. A veces la solución está más cerca de lo que necesitas.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Consejos a tener en cuenta estas Navidades.


En Navidades, más allá de creencias, las familias se reúnen, celebran y agasajan en torno a la mesa. Son fiestas en general de alegría y disfrute, no obstante, no siempre es así. Despiertan amor y odio a partes iguales. Hay quien las vive con entusiasmo y quien las detesta. Se sientan a la misma mesa personas con diversas realidades, eso a veces es fuente de conflicto.

Unas pequeñas ideas para hacer más llevaderas estas reuniones y dejen un grato recuerdo.



- Muestra colaboración. No dejes que recaiga el peso exclusivamente en la persona anfitriona, generalmente mujeres. Ellas también merecen disfrutar. han pasado horas cocinando, decorando, preparando... cuando tú llegas, ellas ya llevan horas de cansancio acumulado. No esperes a que te lo den todo hecho. 

- Respeta las diversas maneras de vivir estas fiestas. Hay personas con realidades diferentes a la tuya. Personas que pasan por momentos vitales que no son fáciles de manejar:
  • Personas que están en procesos de duelo por pérdidas recientes, separaciones, pérdidas de trabajo... Tienen derecho a no estar alegres todo el rato, emocionarse y mostrar sus sentimientos.
  • Personas con trastornos de alimentación. Si ya tienen una relación complicada con la comida, estar en mesas rebosantes de comida, en las que se insiste a seguir comiendo es bastante desagradable e incómodo. Deja que cada cual coma lo que quiera.
  • Personas con problemas de alcoholemia y adicciones. Si alguien no quiere beber alcohol, no insistas. Ya bastante difícil le resulta decir NO una vez, puede que la segunda no sea capaz.
  • Puede que sin tú saberlo, haya conflictos entre miembros de la familia. Discusiones, abusos... No todas las familias proporcionan lugares seguros.
Ten tacto. Aunque no sepas el porqué, si alguien dice NO a algo, no insistas.

- Intenta centrarte más en ti y menos en los demás. Eres responsable de lo que tú dices, piensas y sientes. No puedes controlar lo que piensan, sienten y dicen los demás. Es unas noche, un rato. Puede que haya alguien que te resulte discordante o incluso irrite, intenta centrar tu atención y conversación en otras personas más afines. 

- En las reuniones familiares no forcéis a los niños o niñas a dar besos. No son muñecos creados para satisfacer. Es bueno enseñarles a ser educados, sí. No obstante, son personitas con derecho a decir NO. Salir de la rutina les afecta y no siempre están de humor. Respétales. 

Tu responsabilidad no es hacer feliz a otra persona comiendo hasta no poder más. Eres responsable de tu salud, no de satisfacer a otros. "Gracias, para mí es suficiente" son tus palabras aliadas. Repítelas lo que necesites. 

-Permítete decir NO y poner límites si algo te molesta. 

- Sé compasivo contigo y con los demás.


Si todos y todas ponemos de nuestra parte. Actuamos con tacto y respeto. Pueden ser unas fiestas significativas y agradables.






FELIZ NAVIDAD  para todas y todos.


sábado, 9 de diciembre de 2017

Masaje infantil. ¿Hacemos una pizza?

El contacto físico es básico para construir el vínculo emocional con nuestros hijos e hijas. Al dar y recibir un masaje, se crea un diálogo sensible, suave y amoroso. El masaje no tiene por qué ser siempre en silencio, puede ser un juego si lo acompañamos de cuentos, para así ir incorporando la estimulación sensorial mediante el tacto. Lo importante es compartir momentos entrañables y delicados. 
Os propongo un juego para aprender diferentes técnicas de masaje y así compartir momentos ternura con los peques de la casa.
Esta técnica está sacada del libro de Margarita Klein, "Masajes para bebés y niños". No es un masaje como tal, es una creación lúdica para trabajar con el sentido del tacto. lo uso bastante en mis talleres de "Mindfulness en familia" con bastante éxito. Espero que os guste y lo disfrutéis con los más pequeños de la casa.
No es más que una guía libre. No se trata de aprender a hacer movimientos exactos siguiendo un técnica concreta. Es un juego de imitación, seguimos los pasos como si estuviéramos en la cocina haciendo una "pizza".
Hay que hacerlo por parejas. Alguien será la pizza y la otra persona será un chef que se encargará de prepararla con mucho mimo y atención.
Vamos a ello, vamos a hacer un pizza... 

La persona que hará de pizza se tumba boca abajo. La que hace de chef, seguirá las siguientes indicaciones con sumo cuidado, ya que utilizaremos ingredientes de primera calidad y no queremos que se estropeen.

1. Amasamos: Con las yemas de los dedos simulamos que amasamos la espalda. 
2. Estiramos la masa: Hacemos movimientos como de rodillo con el antebrazo por la espalda. Estiramos la masa hacia lo largo y ancho de la espalda.
3. Elegimos la forma de la pizza: preguntamos que forma va a tener la pizza, y con el dedo trazamos sobre la espalda la forma que queramos para nuestra pizza: circular, triangular, cuadrada…
4. Ingredientes
- El tomate: Echamos tomate haciendo círculos con la palma de la mano.
- Jamón, salami:  Damos pequeñas palmadas con la mano como si estuviéramos colocando cada uno de los ingredientes. 
- Espárragos: Con el dedo vamos dibujando rayas a lo largo de la espalda.
- Aceitunas, maíz, champiñón: vamos marcando con el dedo los puntos donde los queremos. 
- Queso rayado: podemos cosquillear toda la espalda.
- Orégano: hacemos roces suaves.
No hay nada establecido. Se puede añadir lo que se considere y se ocurra.
5. Al horno: frotamos las manos unas con otras y las colocamos sobre la espalda, el niño sentirá la sensación de calor. Lo podemos repetir varias veces.
6. A comer: cortamos la pizza en porciones con el canto de la mano por la espalda del niño y simulamos que la comemos. 

Imagen obtenida del blog Meste a casa
Este masaje se puede hacer en grupo a modo de juego, en clase. Se puede hacer entre hermanos... Es una invitación a tomar conciencia de su cuerpo y a aprender a poner límites a los demás. 
Es importante tener en cuenta que ante cualquier masaje siempre hay que preguntar si nos da permiso, si le apetece en ese momento. Si a lo largo del masaje quiere parar, algún movimiento le desgrada, se pone nervioso, el masaje finaliza. Nunca hay que forzar al niño o niña a recibir un masaje, por mucho que creamos que le va a venir bien o le gustará. 

Lo normal es que los niños más pequeños no aguanten toda la actividad sin moverse, o puede que alguno no acabe la pizza, no importa. Aunque sea poquito irán tomando conciencia de su cuerpo y del contacto con el otro y eso es un gran descubrimiento.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Sobre montañas rusas. ¿Qué ha supuesto la terapia en mi vida?

Cuando acaba un proceso de psicoterapia, sea en la fase que sea, pido que hagan un balance de todo su proceso. Yo también lo hago. Es una forma de cerrar un ciclo, de poner en perspectiva lo logrado y evolucionado. Os quiero mostrar un testimonio muy motivador. Devoluciones así son un regalo en sí mismo. Con el consentimiento de ella os lo comparto eliminando algunas partes pare evitar identificarla.

Querida Mamen

La verdad es que me pediste que te diera mi “feedback” sobre lo que ha sido una relación personal-profesional bastante especial para mí y me ha costado ponerme a ello. En parte por la falta de tiempo y por otra parte, porque significa que empiezo a caminar sola lo cual es un abismo al que no estoy segura de saberme enfrentar.

[...] Creo que el progreso está claramente ahí y creo que he aprendido mucho. También mi personalidad me empuja a fijarme en todo lo que no he conseguido y la especie de meseta de progreso en la que siento que he caído.

Una de las cosas que me han gustado de tus sesiones es la cantidad de herramientas que has usado. Como bien sabes o te imaginas, dibujar y escribir me encantaron, me ayuda mucho poner mi arte en un papel y hacer que quede bonito algo que en la realidad es bastante feo. La meditación ha sido una de las técnicas de las que quizá he sido más reacia a acoger, pero por muy poco interés que despertase en mí, tengo que admitir que al final me ayudó en los momentos clave y me ayudó a desbloquearme. Otra de las cosas que recuerdo que me costó un montón fue expresar mis emociones de forma física -soltar un puñetazo a un cojín- sin embargo, creo que me sirvió para darme cuenta de la cantidad de rabia que tenia enquistada. Por último, aprender a verbalizar a contar a la gente lo que me pasa o como me pasa o aprender yo misma a identificar mis emociones y decir: “eh que lo que me pasa es esto” me ha ayudado un montón.

Rememorar nuestras pequeñas reuniones me esta ayudando a recordar una de las cosas que me explicaste que yo he utilizado con medio mundo que me ha pedido consejo: se puede ser fuerte y vulnerable a la vez, y uno no deja de ser fuerte por mostrarse vulnerable. Y esto lo he aplicado a mil millones de tipos de cosas que la gente me ha contado. Otro de tus consejos estrella para mi fueron las profecías autocumplidas, también lo he usado muchas veces para otros y para mi cuando intento explicar porque ese constante autoboikoteo personal al que me someto. La fuerza que tienen nuestros pensamientos y las imágenes que nos creamos sobre nosotros mismos es algo que me parece mágico. Otro de los que me abrió los ojos fue aceptar que todos tenemos diferentes husos horarios y como no es ni mejor ni peor llegar antes o después, creo que eso si lo aplico a muchas cosas y ahora he aprendido a tratar de compararme menos en los demás.

Me alegro de haber podido compartir contigo toda mi relación poco sana con la comida y mi cuerpo. Es algo que honestamente no se como voy a solucionar. Creo que hoy me quiero más que ayer y menos que mañana, quiero pensar que el amor hacia mi persona crece día a día aunque es algo que me cuesta extremadamente. [...] Creo que he progresado en este tema contigo, no tengo duda de que el simple hecho de haberlo hablado y de que no me hayas juzgado ha sido un progreso enorme. A parte de todo lo que hemos trabajado sobre la aceptación.

Hoy en día me pregunto si será que estoy rota. Si será que de verdad me he olvidado de ser feliz. O si será que esta última época he forzado tanto la máquina que ahora es cuestión de reajustarla. Yo sé que puedo mejorar todo esto y se que tengo el montón de herramientas que me has aportado. Es una cuestión de ponerlas en practica y activamente hacer por salir del hoyo.

[...]

Eres una molona de las buenas Mamen, eres una gran profesional y una buena amiga. Espero que la vida te vaya bonita, de morado, con muchos desayunos en familia, muchas tardes de manta-sofa y libro y un montón de experiencias compartidas para seguir cultivando tu plasticidad cerebral.

Muchas gracias por subirte conmigo en mi montaña rusa personal de estos 4 últimos años y por todos los abrazos que me has enseñado a dar.

Un beso grande.


La vida sigue, con altibajos, subiendo y bajando. Como sobre montañas rusas.
Unas veces con decisión, otras con duda. Con miedo, con alegría. Con seguridad, con incertidumbre. Sea como fuere, hay esperanza y deseo, coraje.

Me siento agradecida por la confianza depositada en mí, y por el trabajo realizado.

GRACIAS.


viernes, 6 de octubre de 2017

Muerte y duelo perinatal.




Con motivo el día 15 de octubre, del Día Mundial de la Visibilización y Concienciación de la Muerte Perinatal, durante el mes de octubre se realizan jornadas y actividades encaminadas a visibilizar y concienciar de la importancia y el dolor que produce el duelo perinatal.






La invisibilidad de este tipo de duelo y la carencia de formación y recursos es más frecuente de lo que desearíamos. Es algo que nadie quiere, por eso no se habla, no se informa y no se trata en los cursos de preparación al parto, por ejemplo, pese a que la disminución de los movimientos fetales es un indicador de problemas asociados con la mortalidad fetal,  raras veces se informa de ello o incluso a las mujeres que manifiestan a sus médicos este hecho, no se las tiene en cuenta o se las tilda de histéricas.


La muerte del bebé que se espera durante el embarazo, en el parto o a los pocos días del parto, constituye una experiencia muy traumática y dolorosa. Son momentos para los que nadie está preparado. Pese a ello, sson duelos que reciben escasa consideración y que pueden complicarse dando lugar a trastornos psiquiátricos.

Con todas estas jornadas y actividades, a parte honrar y recordar a los bebés que siguen en el corazón de las familias. Se pretende dar visibilidad y que las personas que tienen que pasar por este duro trance no se sientan solas y bichos raros. Que sus allegados sepan cómo reaccionar. Que se ofrezcan espacios y estrategias para ayudar en los duelos. Que los y las profesionales sanitarios sepan cómo ayudar en esos momentos. Está demostrado que un trato sensible y respetuoso ayuda a que el duelo no se complique.


A todas las personas; profesionales, familiares y amigos que no saben cómo actuar es esos casos, solo decirles que cuando no se sabe qué decir, lo mejor es no decir nada.

Un lo siento, dicho con ternura, cariño, empatía y respeto puede ser muy sanador.


Que se rompa el silencio, se nombre y se hable, se llore y se honre.





jueves, 28 de septiembre de 2017

Violencia obstétrica y Violencia de género.



Hoy he visto dos noticias en dos diarios diferentes relacionadas y que juntas explican muchas muchas cosas.










La primera es "Un destacado ginecólogo se burla de las víctimas del Essure en congresos médicos".


Este  señor ha estado recomendando un método anticonceptivo que ha resultado ser peligroso y nocivo para las usuarias por lo que ha sido retirado. Este señor lejos de reconocer su error, estando ya fuera de mercado este método. Lo volvió a defender en una ponencia culpando a las usuarias por bobas o gordas. 


La segunda noticia es Violencia obstétrica, la última batalla feminista: "Nos cortan vaginas sin permiso” en la que se nos habla de Violencia Obstétrica, y cómo la feministas reclamamos un trato más respetuoso y empático.




Muchas usuarias entendemos que hay un trasfondo de misoginia, machismo por parte de algunos profesionales. Que se nos infantiliza, cosifica, no se nos respeta ni se nos tiene en cuenta. Como muestra tenemos la primera noticia, cuál es la visión de un destacado miembro de la junta de Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).




Os comparto la  Estrategia de atención al parto normal en el Sistema Nacional de Salud, dónde se pueden ver el contraste entre lo que se recomienda y lo que todavía sucede.


Pese a quien le pese, las mujeres exigimos respeto y buen trato en todos los ámbitos.













martes, 5 de septiembre de 2017

Pistas para ayudar a los más peques a ser más responsables y autónomos en la vuelta al cole.



Tenía una pequeña planta y se me murió de tanto regarla. Fue entonces cuando aprendí que dar de más, aunque sea algo bueno no siempre es lo más adecuado.
Anónimo


Es septiembre, mes de vuelta al colegio y vuelta a la rutina para gran parte de la población. Es el mes, junto con enero, de los buenos propósitos. Uno de los propósitos más común entre las madres y padres es el de hacer que los hijos sean más autónomos.

La premisa es que nadie nace sabiendo, por eso hay que enseñarles a realizar sus tareas en lugar de hacerlas por ellos. La mayoría de las ocasiones damos por hecho que saben hacer lo que a nosotros nos parece básico, sin darnos cuenta que hay detrás años de aprendizaje.
Así que para no llegar exhaustos al final del curso e inmersos en broncas y peleas, ahí van unas pistas para contribuir a que nuestros hijos sean más responsables y autónomos. Para ver los resultados al final de curso hay que empezar desde el primer día, así que vamos a ello.

  1. La organización de la mochila.


El olvidarse o perder material escolar suele ser fuente de conflicto. El saber planificarse y comprobar lo que tienen que llevar o traer cada día les suele costar, y si no les damos herramientas para ello no lo harán. Sin querer podemos frenar su aprendizaje al realizar nosotros lo que podrían hacer ellos. 


Una tabla parecida a esta, colocada en un sitio visible, en la que escriba todo lo que debe ir en la mochila cada día, puede servir para organizarse y no olvidar los materiales que va a necesitar llevar cada día. Se puede colocar otra en la mochila para recordar a la inversa, lo que tiene que traer del colegio a casa.





Les ayudaremos a rellenarlo y les supervisaremos los primeros días, con la intención de ir retirando nuestra ayuda poco a poco.


  1. Organizar su tiempo y actividades.


La organización es un punto problemático. A veces les acusamos de perezosos o de ser un desastre, cuando lo único que ocurre es que no les hemos enseñado esa habilidad. Para ello tenemos que tener muy presente que si nos involucramos y le dedicamos tiempo al principio, con paciencia y cariño es más fácil que veamos el fruto a lo largo del curso. Unas ideas a tener en cuenta:


  • Usar una libreta o agenda escolar para apuntar todas las tareas, y que las vayan tachando según las vayan realizando.


  • Unificar las tareas por materiales necesarios para realizarlas, (libros, ordenador, cuadernos...)
  • Establecer límites temporales coherentes a cada una.
  • Enseñarles a distinguir tareas urgentes de las que no, las importantes de las nimias. Con una tabla de este tipo, les puede resultar más fácil identificarlas y catalogarlas. Un examen sería una tarea importante y no urgente.


  • Usar calendarios de pared para anotar fechas importantes como exámenes, entrega de trabajos.

  1. Los deberes.


Sin entrar en el debate de si los deberes son necesarios, o el tipo de deberes que se deben hacer, hoy por hoy en la mayoría de los colegios los usan para completar y afianzar lo aprendido en el aula y es algo con lo que tenemos que lidiar, mejor empezar a encararlo desde el primer día para que no suponga una batalla a lo largo del curso. Ahí van unas recomendaciones:


  • Establecer un sitio apropiado para hacer los deberes. Con buena luz y libre del mayor número de distracciones. Donde se tengan los materiales necesarios a mano.
  • Procurar que sea a la misma hora. Para que se vaya creando un hábito. Que no se deje para muy tarde para evitar cansancios y perezas.
  • Servirles de ejemplo haciendo nuestras tareas. Estando accesibles por si requieren de nuestra colaboración pero con actividades separadas.
  • Darles la consigna de que realicen los deberes por ellos mismos, si hay algo que no sepan hacer que pasen al siguiente, así evitamos que se acostumbren a las interrupciones y les damos la oportunidad para que encuentren la solución más tarde.
  • Darles herramientas para que piensen ellos la solución más que dársela nosotros.
  • Revisar los deberes al final, a parte de para saber si están bien hechos, para que sepan que les damos importancia a su esfuerzo.
  • Hablar en positivo de los deberes delante de ellos.
  • Poner un tiempo de ejecución prudencial, para que aprendan a organizar su tiempo., e intentar cumplirlo.
  • Si algo no lo entienden, quizá sea bueno poner una nota al maestro/maestra para que en la medida de lo posible se lo vuelva a explicar.

  1. Equivocarse está bien.

Tomar decisiones sensatas no se aprende de la noche a la mañana, ni  la responsabilidad, ni la autonomía. Se aprende cometiendo errores hasta encontrar la manera que mejor resuelve cada problema, lo que se conoce vulgarmente como aprendizaje “ensayo – error”. A los adultos nos cuesta respetar las iniciativas de los pequeños y aceptar sus elecciones. Presuponemos demasiado a menudo que se van a equivocar, no damos tiempo para que aprendan de los errores. Hay que darles permiso para que yerren.

Un niño autónomo y responsable es más probable que tenga una mejor autoestima. Es el momento de enseñarles y confiar.

Os deseo un buen curso.


domingo, 3 de septiembre de 2017

La banalización de los trastornos mentales.



Podemos pasar unos días apáticos tras una fuerte desavenencia con nuestra pareja u otra persona significativa.

Podemos sentir una profunda tristeza cuando se muere alguien a quien queremos.

Podemos sentir mucha pena tras la ruptura de una relacion.

Podemos sentir agitación e intranquilidad porque se nos pasa el plazo de entrega de un proyecto.

Podemos volver alguna vez al coche a comprobar si lo hemos cerrado.

Podemos tener problemas para dormir unos días porque nos preocupa no dar con la solución final de un trabajo.

Podemos no desayunar ningún día porque no nos entra nada.

En ninguno de los ejemplos anteriores estaríamos hablando de ningún trastorno mental. Sería absurdo hablar de depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, insomnio o trastorno de alimentación. Sin embargo cada vez más se asocian vulgarmente esas palabras a problemas más o menos cotidianos, y esas palabras designan enfermedades, no son palabras vacías de contenido.





Lo que se consigue al asociar problemas mentales a problemas cotidianos son varias cosas:

1.- Se hace estar a las personas en alerta ante emociones cotidianas y congruentes a situaciones difíciles. 

Por ejemplo, personas que acuden al médico o psicólogo ante una pérdida a que les ayude a paliar el dolor, no vaya a ser que sea depresión eso que sienten, cuando lo que ocurre es que están en un proceso de duelo asociado a una pérdida.

2.- Personas que sí tienen estos trastornos se sienten culpables por no superarlos con la facilidad que otras personas dicen que los sufren sin ser así.

3.- Al estar muy medicalizada la atención de estas enfermedades, hay muchísimas personas que cada vez dependen más de los medicamentos psiquiátricos y menos de sus recursos personales para hacer frente a los imponderantes vitales.

4.- Personas que sí tienen estas enfermedades no piden ayuda cuando deberían, por estar tan banalizada la psicología y psiquiatría que no se lo toman en serio. Con esto lo que se logra es que problemas leves se cronifiquen.





Por si todo esto fuera poco, a nada bueno contribuye que a los profesionales de la salud mental se nos llame loqueros o similar. No tratamos de ayudar a locos, tratamos de ayudar a personas que sufren y lo pasan mal, y que por ver que a su alrededor se banalizan sus problemas y a los profesionales que les tienen que ayudar, no acuden a pedir ayuda a su debido tiempo.

Pido respeto e información hacia las personas que tienen algún tipo de trastorno mental, hacia los profesionales que nos dedicamos a ayudarles y hacia ti que ahora me lees, que aunque ahora te sientas bien y no tengas ningún trastorno mental puedes sufrirlo algún día y entonces puede que entiendas mejor mis palabras. 


Si te parece bien, comparte si tú tampoco quieres que se banalicen los 
trastornos mentales. Gracias.

viernes, 16 de junio de 2017

Y el premio a la mejor madre del año es para...

"Si una sociedad que valora a sus niños, deberá cuidar a sus padres (y madres) como tesoros"
John Bowlby









Algunas mujeres que se consideran feministas, juzgan a otras, que no se consideran feministas, diciendo que las mujeres que elijen dejar aparcada su carrera y dedicarse a cuidar a sus hijos, no se empoderan, son unas mantenidas, unas flojas...

Madres que se consideran pro crianza con apego, (reitero no confundir con la teoría de apego de Bowlby), critican y llaman antimadres a mujeres que deciden, por ejemplo, renunciar a la lactancia materna. 
Madres que son estigmatizadas públicamente por reconocer que no todo es idílico y a veces saldrían corriendo sin mirar atrás.

Madres que no toman en serio la violencia ostétrica, o ridiculizan a las madres que quieren un parto menos intervenido.

¿PERO ESTO QUÉ ES?

Señoras, cuando leo estas discusiones, me digo, el machismo sigue ganando. No hemos aprendido nada.

Seguimos alimentando el morbo de que las mujeres peleen entre sí, que se enjuicien y critiquen. Pues no, me niego. Cada mujer materna como mejor puede, sabe y quiere de acuerdo a sus circunstancias. La perfección no existe y ya vale de idealizar algo inalcanzable. Lo que a una familia le vale, a otra no.

Desconozco que ha llevado a una pareja a tomar las decisiones que ha tomado. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie? Yo solo tengo mi marco de referencia, yo sé, o creo saber lo que es mejor para mí y mi familia, pero no sé lo que es mejor para la de los demás. No sé que circunstancias llevan a las personas a sus decisiones.

Que se luche por perseguir logros sociales que permitan un mejor cuidado de nuestras criaturas, que permitan una verdadera conciliación y se dejen de chorradas y luchas inexistentes.

Como sociedad, una función que nos corresponde es proteger a los miembros más vulnerables, y por eso es por lo que hay que pelear. No por quién tiene más derecho al carnet, de feminista, de madre.

La maternidad es cuidado, sostén, empuje... ¿dónde queda eso cuando se juzga como realiza esas funciones a otra mujer?

El feminismo defiende capacidad de elegir, libertad, igualdad, equidad, sororidad, ¿dónde está la sororidad cuando se llama mantenida a una mujer que decide ser ama de casa?.

Yo no quiero luchar contra ninguna madre, contra ninguna mujer, quiero cooperar y que nos cuidemos y nos respetemos.

A todo esto, se ve combatir a mujeres por cómo debe ser una mujer, una madre, ¿y los padres qué? ¿Ellos no luchan porque todos son malos o porqué todos son buenos?

En consulta me he encontrado mujeres de diversa condición. Exitosas, con carreras brillantes, que con los años se arrepienten de no haber dedicado más tiempo a sus hijos.

Madres que dejaron su carrera para para cuidar a sus hijos y descubrieron que eran más infelices, que no les satisfacía algo que habían deseado tanto y que habían elegido.

Mujeres que se arrepintieron de haber tenido hijos.

Mujeres que se arrepintieron de no haber tenido hijos.

Mujeres que criticaron a otras mujeres y acabaron con el tiempo haciendo lo que criticaban.

Mujeres que tras sufrir para dar el pecho a sus hijos o hijas, reconocen con vergüenza que hubieran sido más felices dando el biberón si no se hubiera obsesionado con la lactancia, que no la disfrutó y que la recuerda como una tortura.

Mujeres y mujeres opinando, cambiando de opinión, cambiando de circunstancias...

Así que ¿quién soy yo para juzgar o criticar a otra mujer? Vivo como puedo y con eso tengo bastante.

No olvidemos que una función importante de las sociedades es proteger a sus miembros más vulnerables, los menores lo son. Por ellos, encontremos un punto de encuentro.



Os dejo un fantástico vídeo titulado Guerra de mamás. Y el poder de la hermandad.










miércoles, 7 de junio de 2017

Los 10 errores más comunes de un psicoterapeuta.




En diferentes momentos y situaciones me he encontrado con varias personas que me han comentado, que han tenido alguna mala experiencia a la hora de hacer terapia y que pese a necesitarlo, -fruto de esas experiencias pasadas-, han decidido no acudir a otro psicoterapeuta.

Indagando un poco, algunos de ellos no eran psicólogos, ni tenían la formación suficiente, pero ese es otro cantar, que puede algún día trate. Ahora me centraré en los que sí son psicólogos.


La psicología, como otras profesiones sanitarias requiere de una gran responsabilidad y compromiso. Una formación continua y si nos dedicamos a la psicoterapia, una terapia personal y supervisión por parte de otros colegas más expertos que corrijan nuestros errores o nos ayuden a encontrar otras vías de abordaje, todo ello encaminado a ofrecer el mejor servicio de ayuda.

Por desgracia no todos los profesionales lo vemos así, a veces se peca de arrogancia, desconocimiento o un exceso de confianza. Porque las personas que nos dedicamos a la psicología tenemos una vida aparte que nos afecta y a veces nos equivocamos. Cómo no somos máquinas de precisión, tenemos que estar atentos para no bajar la guardia y caer en ciertos errores que pueden poner en entredicho nuestra labor profesional o lo que es peor, perjudicar a otra persona que busca nuestra ayuda.



Entre los errores más comunes indicativos de una mala práctica estarían:



1.- Intentar acelerar el proceso terapéutico con consejos prematuros, dando una respuesta para todo.

A veces hay que aclarar conceptos, dar información, podemos orientar sobre lo que le puede venir mejor o no, pero no somos nuestro paciente, Él ha de tomar sus propias decisiones, y hará los cambios cuando esté preparado para ello. No podemos empujar hacia algo que no quiere o no siente que sea el momento.

Las actitudes paternalistas no tienen cabida, porque si hacemos y decidimos por él, es una oportunidad que él no hará o decidirá por sí mismo, limitamos su capacidad de autonomía.


2.- Curiosidad morbosa por la vida del paciente.

Antes de preguntar sobre algún detalle desagradable o doloroso, conviene preguntarnos el para qué necesitamos saberlo, si nos dará información que le ayude. Escudriñar y preguntar en exceso buscando demasiados detalles poco o nada importantes para el trabajo terapéutico puede llevar detrás una necesidad del terapeuta de protegerse psicológicamente antes sucesos dramáticos del paciente que no sabe manejar. 

En un deseo de querer comprender mejor al otro, se corre el riesgo de querer saber más de lo necesario para nuestra labor de ayuda.


3.- La búsqueda de poder.

En la intimidad de la consulta, se crea una relación de confianza e intimidad emocional tal, que puede hacer que los pacientes nos vean con cierta “autoridad”. Se puede llegar a crear cierta idea de omnipotencia y control.

Estar en contacto con el dolor humano constantemente, nos lleva a fantasear con soluciones ideales, y sin darnos cuenta, acabar siendo autoritarios con los pacientes por no alcanzar nuestras soluciones fantásticas.



4.- Hacer cosas cuyo objetivo sea quedar bien.

Trabajar para el bienestar ajeno, supone confrontar las contradicciones, las mentiras, autoengaños. Supone poner límites, y eso nos lleva a arriesgarnos a perder la simpatía del paciente.

En terapia a veces se dicen o hacen cosas que en algunos momentos pueden provocar dolor. Caer en cierto paternalismo no ayudará a su proceso.


5.- Búsqueda de auto terapia.

No hay que intercambiar los roles. El setting terapéutico no es un lugar para hablar demasiado de nosotros ni descargarnos de nuestros problemas. 

Hacer autorrevelaciones en momentos puntuales, puede ser un buen catalizador para las de los pacientes, no obstante, éstas deben ser limitadas, no se trata de ocupar el tiempo hablando de nosotros.


6.- Intelectualizar la relación.

Centrarse demasiado en las técnicas, en las teorías concretas o marcos teóricos principales que todos los profesionales seguimos, en detrimento de la relación o alianza terapéutica, del vínculo emocional entre ambos, de la escucha empática; contribuirá a distanciarnos y dañará el vínculo terapéutico.


7.- Ser demasiado técnicos y rígidos.

Somos nosotros los que nos tenemos que facilitar el ambiente adecuado para que se produzca una buena comunicación, para ello debemos hablar “su idioma”. Colocarnos en un pedestal de conocimientos, teorías y paradigmas nos aleja.

Las sesiones no son algo encorsetado, es dinámica pura. Planificar está bien si se sabe improvisar cuando sea necesario, que es la más de las veces.


8.- Ir contra los valores del paciente.

Un terapeuta no puede arremeter ni rechazar el sistema de valores ni creencias de un paciente. Aunque no se compartan las ideas de un paciente, siempre se ha de respetar, y trabajar desde ese marco de referencia. Se le darán herramientas, se harán ejercicios para provocar cierta permeabilidad a ideas ajenas, o incluso que le inviten a salir de su “zona de confort”, pero siempre desde el respeto hacia el otro. 

Las personas que nos dedicamos a la psicoterapia no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros pacientes está bien o mal, estamos para ayudarles si esos pensamientos les generan malestar.


9.- No saber derivar a tiempo.

No todos los profesionales sabemos de todo, bien por deseo, bien por otras circunstancias, nos hemos ido especializando en alguna temática más que en otra. Por honestidad, cuando acuden a nosotros con algún problema que no controlamos, lo mejor es derivar a otro profesional que sí lo sea.

Otras veces, aun estando dentro de nuestra “especialización” hay que aceptar que no somos infalibles y aceptar nuestros límites. 


10.- Ejercer desde un personaje de perfección.

Si no nos mostramos como somos, no seremos nosotros. En pocos lugares hay tanta intimidad emocional como en la consulta de un psicólogo, o al menos debería haberla, y eso no se logra si estamos impostados en una pose de algo o alguien que no somos. 

La espontaneidad y la autenticidad de contribuirán a que estemos conectados y disponibles para esa intimidad y por supuesto no invitaremos a participar en ella.



Espero que este artículo sea de algo de utilidad sobre todo a los colegas que empiezan, que ayude a que pierdan el miedo, y a la vez le guarden el respeto y veneración que esta profesión requiere.

Que nos sirva a todos y todas como toque de atención, de reflexión y nos invite a no bajar la guardia, y nos impulse a querer mejorar, a no cometer excesos, manteniéndonos afinados, como los buenos instrumentos de precisión. No olvidemos que tratamos con personas que sufren y lo más importante son ellos.

Os invito a que dejéis algún comentario, ampliando, matizando o criticando si lo consideráis lo aquí escrito. 


Si lo consideráis útil, os agradecería que lo compartáis. Y si crees que puedo ayudarte en tu quehacer profesional por medio de supervisión desde mi experiencia, no dudes en ponerte en contacto conmigo.



Gracias y un saludo afectuoso.






lunes, 6 de marzo de 2017

La maternidad y la culpa.




“La culpa es la consecuencia de la internalización de las figuras externas de autoridad” 
(Kertész, 2008).



Cuanto más me adentro en el mundo de la psicología perinatal y más trabajo con madres, más me encuentro con madres con diversos sentimientos de culpa ya desde el embarazo. Curiosamente este sentimiento aparece más en las madres que abogan por lo que se conoce como “crianza con apego”.

Madres que desean un parto normal. Lo menos medicalizado posible, con deseo de lactancia materna a demanda, pro colecho y porteo. 

Madres que van sumando culpa a medida que avanza el proceso. Que se sienten culpables por haber pedido epidural, o por haber tenido una cesárea. Culpables por dejar a su bebé en la cuna por tener miedo a aplastarlos al hacer colecho. Culpables por no poder lactar por el motivo que sea. Madres a las que la culpa les puede día tras día por no cumplir unas expectativas en torno a la crianza con apego. 

Culpa que va generando crispación y que puede dar lugar a una desconexión de la madre con su hijo.

La culpa es un sentimiento inmovilizador e invalidante. Es un sentimiento complejo, con una combinación de otras emociones básicas como la rabia y la tristeza, así como acompañada de un componente cognitivo. Lleva asociada una gran autoexigencia. 

Mal vamos si la maternidad y la crianza empiezan acompañadas de la culpa.


Creo que a estos sentimientos de culpa influye la confusión que existe entre la teoría del apego, creada por John Bowlby, y la "crianza con apego", deriva de la anterior.

Ambas entienden el apego como el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.

La crianza con apego es una corriente ideada por el pediatra William Sears, y la teoría psicológica del apego formulada por el psicoanalista John Bowlby, y con ámplia base científica.

Las directrices básicas para una exitosa crianza con apego, según Sears son: estrecho vínculo posparto; lactancia materna (prolongada y a demanda); porteo; colecho; respuesta al llanto; así como desconfiar de los consejos de lo que denominan adiestradores de niños. 

La teoría del apego, construida por John Bowlby, hace hincapié en la necesidad básica del bebé de seguridad y protección en la proximidad de una figura cuidadora y la posterior interiorización en su mente de representaciones de ese vínculo, en una organización subjetiva que al niño le dará expectativas acerca de la relación y el lugar que ocupará en ella.

La tesis fundamental de la teoría del apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).

Los tres elementos fundamentales del proceso de apego son sintonía con el bebé, equilibrio y coherencia. 

La teoría del apego es muy rica en matices y explica muchos aspectos del psiquismo, sin embargo, se acaban difundiendo esquemas muy simplistas de la misma, reduciéndola a describir el apego como patrones o estilos. Su estudio y contenido excede el que puede brindar en este blog. Para saber más recomiendo la lectura de sus libros.

Lo que sí me gustaría dejar claro es que sí, que el apego es una necesidad básica del ser humano y todos los niños tienen algún tipo de apego. El apego que se construye en base a muchas variables más allá del tipo de lactancia, o si hay colecho o no, que aun estando muy bien, estos usos no pueden reducirse ni asimilarse con el apego en el sentido psicológico del término.

Hay madres que se sienten muy culpables al sentir que fallan al no poder seguir los dictados de la crianza natural, algo que no beneficia a nadie, ni a las madres, ni al vínculo que se pretende defender. No deja de ser un contrasentido. 


Interpretando a otro célebre pediatra, psiquiatra y psicoanalista, Donald Woods Winnicott, podríamos decir que lo que todo niño necesita para un desarrollo saludable es una madre suficientemente buena; no perfecta, solo suficientemente buena, es decir, una madre que provee al niño de todo lo que necesita; incluyendo graduales frustraciones, que le permitirán a éste adecuarse al medio exterior. Habla que debe haber un equilibrio entre una “madre suficientemente buena” y una “madre banalmente dedicada” al niño.

También me gustaría resaltar que tanto Bowlby como Winnicott, al hablar de funciones maternales, anteponen el concepto de función frente al sujeto que la realiza (madre, padre u otro cuidador). La función implica una acción, un movimiento que posibilita un proceso, más allá del individuo concreto, biológico, que realiza el cuidado materno. De ahí que la función maternal puede ejercerla, indistintamente, todo aquel que tenga condiciones y disposición para hacerla. Se hablaría así de la figura del primer cuidador, generalmente la madre.

Desde aquí invito a reivindicar el ser madres lo suficientemente buenas, y desterrar la idea de perfección, ya que esta no existe y nos lleva a la consabida culpa paralizante de la que hablaba al principio.

Se puede ser una madre amorosa y procurar un apego seguro y a la vez tener necesidades propias. Se puede querer y respetar al bebé, y respetarte a ti misma también, teniéndote en cuenta. Porque si nos entregamos tanto, corremos el riesgo de desaparecer o estemos sin estar y pasemos a ser una mera presencia física que no conforta.

Tu puedes creas tu propio estilo de crianza que mejor se adapte a tu personalidad y tu forma de vida y que pueda proporcionar los mejores cuidados y apego con tu hijo.

Nuestros hijos no necesitan madres perfectas sino madres auténticas, y honestas consigo mismas y capaces de mostrar su vulnerabilidad y capaces de conectarse desde esa vulnerabilidad. Ofreciendo modelos sinceros a nuestros hijos.

No es bueno negar lo que uno siente, no podemos quedarnos atascados en la culpa. Si notas que la culpa empieza a apoderarse de ti, la frustración, la tristeza, la rabia o el miedo, busca espacios y personas donde no te enjuicien y puedas mostrarte. Mostrar tus inquietudes y vulnerabilidades. 

Si necesitas alguien que te escuche, te ofrezco ese espacio.