Tenía
una pequeña planta y se me murió de tanto regarla. Fue entonces
cuando aprendí que dar de más, aunque sea algo bueno no siempre es
lo más adecuado.
Anónimo
Es
septiembre, mes de vuelta al colegio y vuelta a la rutina para gran
parte de la población. Es el mes, junto con enero, de los buenos
propósitos. Uno de los propósitos más común entre las madres y
padres es el de hacer que
los hijos sean más autónomos.
La
premisa es que nadie nace sabiendo, por eso hay que enseñarles a realizar sus tareas en
lugar de hacerlas por ellos. La mayoría de las ocasiones damos por
hecho que saben hacer lo que a nosotros nos parece básico, sin darnos
cuenta que hay detrás años de aprendizaje.
Así
que para no llegar exhaustos al final del curso e inmersos en broncas
y peleas, ahí van unas pistas para contribuir a que nuestros hijos
sean más responsables y autónomos. Para ver los resultados al final
de curso hay que empezar desde el primer día, así que vamos a ello.
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La
organización de la mochila.
El olvidarse o perder material escolar suele ser fuente de conflicto. El saber planificarse y comprobar lo que tienen que llevar o traer cada día les suele costar, y si no les damos herramientas para ello no lo harán. Sin querer podemos frenar su aprendizaje al realizar nosotros lo que podrían hacer ellos.
Una tabla parecida a esta, colocada en un sitio visible, en la que escriba todo lo que debe ir en la mochila cada día, puede servir para organizarse y no olvidar los materiales que va a necesitar llevar cada día. Se puede colocar otra en la mochila para recordar a la inversa, lo que tiene que traer del colegio a casa.
Les ayudaremos a rellenarlo y les supervisaremos los primeros días, con la intención de ir retirando nuestra ayuda poco a poco.
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Organizar
su tiempo y actividades.
La organización es un punto problemático. A veces les acusamos de perezosos o de ser un desastre, cuando lo único que ocurre es que no les hemos enseñado esa habilidad. Para ello tenemos que tener muy presente que si nos involucramos y le dedicamos tiempo al principio, con paciencia y cariño es más fácil que veamos el fruto a lo largo del curso. Unas ideas a tener en cuenta:
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Unificar
las tareas por materiales necesarios para realizarlas, (libros,
ordenador, cuadernos...)
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Establecer
límites temporales coherentes a cada una.
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Enseñarles a distinguir tareas urgentes de las
que no, las importantes de las nimias. Con una tabla de este tipo, les puede resultar más fácil identificarlas y catalogarlas. Un examen sería una tarea importante y no urgente.
Los
deberes.
Sin entrar en el debate de si los deberes son necesarios, o el tipo de deberes que se deben hacer, hoy por hoy en la mayoría de los colegios los usan para completar y afianzar lo aprendido en el aula y es algo con lo que tenemos que lidiar, mejor empezar a encararlo desde el primer día para que no suponga una batalla a lo largo del curso. Ahí van unas recomendaciones:
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Establecer
un sitio apropiado para hacer los deberes.
Con buena luz y libre del mayor número de distracciones. Donde se
tengan los materiales necesarios a mano.
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Procurar
que sea a la misma hora. Para que se vaya creando un hábito. Que no
se deje para muy tarde para evitar cansancios y perezas.
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Servirles
de ejemplo haciendo nuestras tareas. Estando accesibles por si
requieren de nuestra colaboración pero con actividades separadas.
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Darles la
consigna de que realicen los deberes por ellos mismos, si hay algo
que no sepan hacer que pasen al siguiente, así evitamos que se
acostumbren a las interrupciones y les damos la oportunidad para que
encuentren la solución más tarde.
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Darles
herramientas para que piensen ellos la solución más que dársela
nosotros.
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Revisar
los deberes al final, a parte de para saber si están bien hechos,
para que sepan que les damos importancia a su esfuerzo.
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Hablar en
positivo de los deberes delante de ellos.
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Poner un
tiempo de ejecución prudencial, para que aprendan a organizar su
tiempo., e intentar cumplirlo.
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Si algo no
lo entienden, quizá sea bueno poner una nota al maestro/maestra
para que en la medida de lo posible se lo vuelva a explicar.
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Equivocarse
está bien.
Tomar
decisiones sensatas no se aprende de la noche a la mañana, ni la responsabilidad, ni la autonomía. Se
aprende cometiendo errores hasta encontrar la manera que mejor
resuelve cada problema, lo que se conoce vulgarmente como aprendizaje “ensayo – error”. A los adultos nos cuesta respetar las iniciativas de los pequeños y aceptar sus elecciones. Presuponemos demasiado a menudo que se van a equivocar, no damos tiempo para que aprendan de los errores. Hay que darles permiso para que yerren.
Un niño autónomo y responsable es más probable que tenga una mejor autoestima. Es el momento de enseñarles y confiar.
Os deseo un buen curso.