viernes, 16 de junio de 2017

Y el premio a la mejor madre del año es para...

"Si una sociedad que valora a sus niños, deberá cuidar a sus padres (y madres) como tesoros"
John Bowlby









Algunas mujeres que se consideran feministas, juzgan a otras, que no se consideran feministas, diciendo que las mujeres que elijen dejar aparcada su carrera y dedicarse a cuidar a sus hijos, no se empoderan, son unas mantenidas, unas flojas...

Madres que se consideran pro crianza con apego, (reitero no confundir con la teoría de apego de Bowlby), critican y llaman antimadres a mujeres que deciden, por ejemplo, renunciar a la lactancia materna. 
Madres que son estigmatizadas públicamente por reconocer que no todo es idílico y a veces saldrían corriendo sin mirar atrás.

Madres que no toman en serio la violencia ostétrica, o ridiculizan a las madres que quieren un parto menos intervenido.

¿PERO ESTO QUÉ ES?

Señoras, cuando leo estas discusiones, me digo, el machismo sigue ganando. No hemos aprendido nada.

Seguimos alimentando el morbo de que las mujeres peleen entre sí, que se enjuicien y critiquen. Pues no, me niego. Cada mujer materna como mejor puede, sabe y quiere de acuerdo a sus circunstancias. La perfección no existe y ya vale de idealizar algo inalcanzable. Lo que a una familia le vale, a otra no.

Desconozco que ha llevado a una pareja a tomar las decisiones que ha tomado. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie? Yo solo tengo mi marco de referencia, yo sé, o creo saber lo que es mejor para mí y mi familia, pero no sé lo que es mejor para la de los demás. No sé que circunstancias llevan a las personas a sus decisiones.

Que se luche por perseguir logros sociales que permitan un mejor cuidado de nuestras criaturas, que permitan una verdadera conciliación y se dejen de chorradas y luchas inexistentes.

Como sociedad, una función que nos corresponde es proteger a los miembros más vulnerables, y por eso es por lo que hay que pelear. No por quién tiene más derecho al carnet, de feminista, de madre.

La maternidad es cuidado, sostén, empuje... ¿dónde queda eso cuando se juzga como realiza esas funciones a otra mujer?

El feminismo defiende capacidad de elegir, libertad, igualdad, equidad, sororidad, ¿dónde está la sororidad cuando se llama mantenida a una mujer que decide ser ama de casa?.

Yo no quiero luchar contra ninguna madre, contra ninguna mujer, quiero cooperar y que nos cuidemos y nos respetemos.

A todo esto, se ve combatir a mujeres por cómo debe ser una mujer, una madre, ¿y los padres qué? ¿Ellos no luchan porque todos son malos o porqué todos son buenos?

En consulta me he encontrado mujeres de diversa condición. Exitosas, con carreras brillantes, que con los años se arrepienten de no haber dedicado más tiempo a sus hijos.

Madres que dejaron su carrera para para cuidar a sus hijos y descubrieron que eran más infelices, que no les satisfacía algo que habían deseado tanto y que habían elegido.

Mujeres que se arrepintieron de haber tenido hijos.

Mujeres que se arrepintieron de no haber tenido hijos.

Mujeres que criticaron a otras mujeres y acabaron con el tiempo haciendo lo que criticaban.

Mujeres que tras sufrir para dar el pecho a sus hijos o hijas, reconocen con vergüenza que hubieran sido más felices dando el biberón si no se hubiera obsesionado con la lactancia, que no la disfrutó y que la recuerda como una tortura.

Mujeres y mujeres opinando, cambiando de opinión, cambiando de circunstancias...

Así que ¿quién soy yo para juzgar o criticar a otra mujer? Vivo como puedo y con eso tengo bastante.

No olvidemos que una función importante de las sociedades es proteger a sus miembros más vulnerables, los menores lo son. Por ellos, encontremos un punto de encuentro.



Os dejo un fantástico vídeo titulado Guerra de mamás. Y el poder de la hermandad.










miércoles, 7 de junio de 2017

Los 10 errores más comunes de un psicoterapeuta.




En diferentes momentos y situaciones me he encontrado con varias personas que me han comentado, que han tenido alguna mala experiencia a la hora de hacer terapia y que pese a necesitarlo, -fruto de esas experiencias pasadas-, han decidido no acudir a otro psicoterapeuta.

Indagando un poco, algunos de ellos no eran psicólogos, ni tenían la formación suficiente, pero ese es otro cantar, que puede algún día trate. Ahora me centraré en los que sí son psicólogos.


La psicología, como otras profesiones sanitarias requiere de una gran responsabilidad y compromiso. Una formación continua y si nos dedicamos a la psicoterapia, una terapia personal y supervisión por parte de otros colegas más expertos que corrijan nuestros errores o nos ayuden a encontrar otras vías de abordaje, todo ello encaminado a ofrecer el mejor servicio de ayuda.

Por desgracia no todos los profesionales lo vemos así, a veces se peca de arrogancia, desconocimiento o un exceso de confianza. Porque las personas que nos dedicamos a la psicología tenemos una vida aparte que nos afecta y a veces nos equivocamos. Cómo no somos máquinas de precisión, tenemos que estar atentos para no bajar la guardia y caer en ciertos errores que pueden poner en entredicho nuestra labor profesional o lo que es peor, perjudicar a otra persona que busca nuestra ayuda.



Entre los errores más comunes indicativos de una mala práctica estarían:



1.- Intentar acelerar el proceso terapéutico con consejos prematuros, dando una respuesta para todo.

A veces hay que aclarar conceptos, dar información, podemos orientar sobre lo que le puede venir mejor o no, pero no somos nuestro paciente, Él ha de tomar sus propias decisiones, y hará los cambios cuando esté preparado para ello. No podemos empujar hacia algo que no quiere o no siente que sea el momento.

Las actitudes paternalistas no tienen cabida, porque si hacemos y decidimos por él, es una oportunidad que él no hará o decidirá por sí mismo, limitamos su capacidad de autonomía.


2.- Curiosidad morbosa por la vida del paciente.

Antes de preguntar sobre algún detalle desagradable o doloroso, conviene preguntarnos el para qué necesitamos saberlo, si nos dará información que le ayude. Escudriñar y preguntar en exceso buscando demasiados detalles poco o nada importantes para el trabajo terapéutico puede llevar detrás una necesidad del terapeuta de protegerse psicológicamente antes sucesos dramáticos del paciente que no sabe manejar. 

En un deseo de querer comprender mejor al otro, se corre el riesgo de querer saber más de lo necesario para nuestra labor de ayuda.


3.- La búsqueda de poder.

En la intimidad de la consulta, se crea una relación de confianza e intimidad emocional tal, que puede hacer que los pacientes nos vean con cierta “autoridad”. Se puede llegar a crear cierta idea de omnipotencia y control.

Estar en contacto con el dolor humano constantemente, nos lleva a fantasear con soluciones ideales, y sin darnos cuenta, acabar siendo autoritarios con los pacientes por no alcanzar nuestras soluciones fantásticas.



4.- Hacer cosas cuyo objetivo sea quedar bien.

Trabajar para el bienestar ajeno, supone confrontar las contradicciones, las mentiras, autoengaños. Supone poner límites, y eso nos lleva a arriesgarnos a perder la simpatía del paciente.

En terapia a veces se dicen o hacen cosas que en algunos momentos pueden provocar dolor. Caer en cierto paternalismo no ayudará a su proceso.


5.- Búsqueda de auto terapia.

No hay que intercambiar los roles. El setting terapéutico no es un lugar para hablar demasiado de nosotros ni descargarnos de nuestros problemas. 

Hacer autorrevelaciones en momentos puntuales, puede ser un buen catalizador para las de los pacientes, no obstante, éstas deben ser limitadas, no se trata de ocupar el tiempo hablando de nosotros.


6.- Intelectualizar la relación.

Centrarse demasiado en las técnicas, en las teorías concretas o marcos teóricos principales que todos los profesionales seguimos, en detrimento de la relación o alianza terapéutica, del vínculo emocional entre ambos, de la escucha empática; contribuirá a distanciarnos y dañará el vínculo terapéutico.


7.- Ser demasiado técnicos y rígidos.

Somos nosotros los que nos tenemos que facilitar el ambiente adecuado para que se produzca una buena comunicación, para ello debemos hablar “su idioma”. Colocarnos en un pedestal de conocimientos, teorías y paradigmas nos aleja.

Las sesiones no son algo encorsetado, es dinámica pura. Planificar está bien si se sabe improvisar cuando sea necesario, que es la más de las veces.


8.- Ir contra los valores del paciente.

Un terapeuta no puede arremeter ni rechazar el sistema de valores ni creencias de un paciente. Aunque no se compartan las ideas de un paciente, siempre se ha de respetar, y trabajar desde ese marco de referencia. Se le darán herramientas, se harán ejercicios para provocar cierta permeabilidad a ideas ajenas, o incluso que le inviten a salir de su “zona de confort”, pero siempre desde el respeto hacia el otro. 

Las personas que nos dedicamos a la psicoterapia no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros pacientes está bien o mal, estamos para ayudarles si esos pensamientos les generan malestar.


9.- No saber derivar a tiempo.

No todos los profesionales sabemos de todo, bien por deseo, bien por otras circunstancias, nos hemos ido especializando en alguna temática más que en otra. Por honestidad, cuando acuden a nosotros con algún problema que no controlamos, lo mejor es derivar a otro profesional que sí lo sea.

Otras veces, aun estando dentro de nuestra “especialización” hay que aceptar que no somos infalibles y aceptar nuestros límites. 


10.- Ejercer desde un personaje de perfección.

Si no nos mostramos como somos, no seremos nosotros. En pocos lugares hay tanta intimidad emocional como en la consulta de un psicólogo, o al menos debería haberla, y eso no se logra si estamos impostados en una pose de algo o alguien que no somos. 

La espontaneidad y la autenticidad de contribuirán a que estemos conectados y disponibles para esa intimidad y por supuesto no invitaremos a participar en ella.



Espero que este artículo sea de algo de utilidad sobre todo a los colegas que empiezan, que ayude a que pierdan el miedo, y a la vez le guarden el respeto y veneración que esta profesión requiere.

Que nos sirva a todos y todas como toque de atención, de reflexión y nos invite a no bajar la guardia, y nos impulse a querer mejorar, a no cometer excesos, manteniéndonos afinados, como los buenos instrumentos de precisión. No olvidemos que tratamos con personas que sufren y lo más importante son ellos.

Os invito a que dejéis algún comentario, ampliando, matizando o criticando si lo consideráis lo aquí escrito. 


Si lo consideráis útil, os agradecería que lo compartáis. Y si crees que puedo ayudarte en tu quehacer profesional por medio de supervisión desde mi experiencia, no dudes en ponerte en contacto conmigo.



Gracias y un saludo afectuoso.






lunes, 6 de marzo de 2017

La maternidad y la culpa.




“La culpa es la consecuencia de la internalización de las figuras externas de autoridad” 
(Kertész, 2008).



Cuanto más me adentro en el mundo de la psicología perinatal y más trabajo con madres, más me encuentro con madres con diversos sentimientos de culpa ya desde el embarazo. Curiosamente este sentimiento aparece más en las madres que abogan por lo que se conoce como “crianza con apego”.

Madres que desean un parto normal. Lo menos medicalizado posible, con deseo de lactancia materna a demanda, pro colecho y porteo. 

Madres que van sumando culpa a medida que avanza el proceso. Que se sienten culpables por haber pedido epidural, o por haber tenido una cesárea. Culpables por dejar a su bebé en la cuna por tener miedo a aplastarlos al hacer colecho. Culpables por no poder lactar por el motivo que sea. Madres a las que la culpa les puede día tras día por no cumplir unas expectativas en torno a la crianza con apego. 

Culpa que va generando crispación y que puede dar lugar a una desconexión de la madre con su hijo.

La culpa es un sentimiento inmovilizador e invalidante. Es un sentimiento complejo, con una combinación de otras emociones básicas como la rabia y la tristeza, así como acompañada de un componente cognitivo. Lleva asociada una gran autoexigencia. 

Mal vamos si la maternidad y la crianza empiezan acompañadas de la culpa.


Creo que a estos sentimientos de culpa influye la confusión que existe entre la teoría del apego, creada por John Bowlby, y la "crianza con apego", deriva de la anterior.

Ambas entienden el apego como el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.

La crianza con apego es una corriente ideada por el pediatra William Sears, y la teoría psicológica del apego formulada por el psicoanalista John Bowlby, y con ámplia base científica.

Las directrices básicas para una exitosa crianza con apego, según Sears son: estrecho vínculo posparto; lactancia materna (prolongada y a demanda); porteo; colecho; respuesta al llanto; así como desconfiar de los consejos de lo que denominan adiestradores de niños. 

La teoría del apego, construida por John Bowlby, hace hincapié en la necesidad básica del bebé de seguridad y protección en la proximidad de una figura cuidadora y la posterior interiorización en su mente de representaciones de ese vínculo, en una organización subjetiva que al niño le dará expectativas acerca de la relación y el lugar que ocupará en ella.

La tesis fundamental de la teoría del apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).

Los tres elementos fundamentales del proceso de apego son sintonía con el bebé, equilibrio y coherencia. 

La teoría del apego es muy rica en matices y explica muchos aspectos del psiquismo, sin embargo, se acaban difundiendo esquemas muy simplistas de la misma, reduciéndola a describir el apego como patrones o estilos. Su estudio y contenido excede el que puede brindar en este blog. Para saber más recomiendo la lectura de sus libros.

Lo que sí me gustaría dejar claro es que sí, que el apego es una necesidad básica del ser humano y todos los niños tienen algún tipo de apego. El apego que se construye en base a muchas variables más allá del tipo de lactancia, o si hay colecho o no, que aun estando muy bien, estos usos no pueden reducirse ni asimilarse con el apego en el sentido psicológico del término.

Hay madres que se sienten muy culpables al sentir que fallan al no poder seguir los dictados de la crianza natural, algo que no beneficia a nadie, ni a las madres, ni al vínculo que se pretende defender. No deja de ser un contrasentido. 


Interpretando a otro célebre pediatra, psiquiatra y psicoanalista, Donald Woods Winnicott, podríamos decir que lo que todo niño necesita para un desarrollo saludable es una madre suficientemente buena; no perfecta, solo suficientemente buena, es decir, una madre que provee al niño de todo lo que necesita; incluyendo graduales frustraciones, que le permitirán a éste adecuarse al medio exterior. Habla que debe haber un equilibrio entre una “madre suficientemente buena” y una “madre banalmente dedicada” al niño.

También me gustaría resaltar que tanto Bowlby como Winnicott, al hablar de funciones maternales, anteponen el concepto de función frente al sujeto que la realiza (madre, padre u otro cuidador). La función implica una acción, un movimiento que posibilita un proceso, más allá del individuo concreto, biológico, que realiza el cuidado materno. De ahí que la función maternal puede ejercerla, indistintamente, todo aquel que tenga condiciones y disposición para hacerla. Se hablaría así de la figura del primer cuidador, generalmente la madre.

Desde aquí invito a reivindicar el ser madres lo suficientemente buenas, y desterrar la idea de perfección, ya que esta no existe y nos lleva a la consabida culpa paralizante de la que hablaba al principio.

Se puede ser una madre amorosa y procurar un apego seguro y a la vez tener necesidades propias. Se puede querer y respetar al bebé, y respetarte a ti misma también, teniéndote en cuenta. Porque si nos entregamos tanto, corremos el riesgo de desaparecer o estemos sin estar y pasemos a ser una mera presencia física que no conforta.

Tu puedes creas tu propio estilo de crianza que mejor se adapte a tu personalidad y tu forma de vida y que pueda proporcionar los mejores cuidados y apego con tu hijo.

Nuestros hijos no necesitan madres perfectas sino madres auténticas, y honestas consigo mismas y capaces de mostrar su vulnerabilidad y capaces de conectarse desde esa vulnerabilidad. Ofreciendo modelos sinceros a nuestros hijos.

No es bueno negar lo que uno siente, no podemos quedarnos atascados en la culpa. Si notas que la culpa empieza a apoderarse de ti, la frustración, la tristeza, la rabia o el miedo, busca espacios y personas donde no te enjuicien y puedas mostrarte. Mostrar tus inquietudes y vulnerabilidades. 

Si necesitas alguien que te escuche, te ofrezco ese espacio.

jueves, 9 de febrero de 2017

Cómo prevenir el abuso sexual infantil. Pautas para padres y madres.




A los padres nos preocupan muchas cosas relacionadas con nuestros hijos, y el abuso sexual infantil me atrevería a decir que es de las más habituales y según las cifras que se barajan, parece que es una preocupación con bastante fundamento. 

No pretendo alarmar, pero sí sensibilizar, y en la medida de lo posible prevenir que ocurra.

Según recoge Save the Children, algunas estimaciones nos dan datos escalofriantes, el 23 por cien de las niñas y un 15 por cien de los niños sufre abusos sexuales antes de los 17 años en España. Y lo más inquietante es que se cree que solo vislumbramos la punta del iceberg: el 80% de los abusos son silenciados por estar producidos dentro del ámbito familiar. 

Según un estudio liderado por profesionales del servicio de urgencias del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona (España), de los casos de maltrato infantil detectados los diagnósticos de abuso sexual representaron el 20,2%.


Existe una gran mitología en torno al abuso sexual infantil que por extendida no hace que sea cierta, y a lo que contribuyen es a invisibilizarlo más si cabe propiciando su mantenimiento. ¿Cuáles son esos mitos o creencias erróneas sobre el abuso sexual infantil?

Vemos cuales son los más importantes y extendidos:

- “El abuso sexual infantil es poco frecuente o no existe”

Falso: El abuso sexual infantil constituye una forma de maltrato infantil bastante frecuente en nuestra sociedad. Sin embargo, temor de los niños para revelar y hacer pública la situación, así como el pudor, vergüenza, incredulidad o miedo de los padres o cuidadores al sospechar de una situación de abuso, hacen que los casos que se denuncian aún sean un porcentaje menor.

- “Los agresores sexuales son enfermos mentales”

Falso: La mayoría de los abusadores sexuales, si bien podría presentar algún tipo de trastorno psicológico de base, realizan los abusos sabiendo lo que hacen, sin ningún estado de enajenación mental propio de alguna patología psiquiátrica, mostrándose adaptados socialmente en los demás ámbitos de su vida.

- “Los abusos sexuales son fáciles de detectar”

Falso: Hay muchas razones que dificultan la identificación del abuso, entre ellas el miedo del niño a las amenazas del abusador castigos, falta de entendimiento de lo que está ocurriendo, creencia del niño de que no le van a creer o le van a culpar de lo sucedido. Una razón muy importante también es que los adultos no estamos preparados para hacerle frente a una realidad como esta, y suele ser más fácil pensar que no está sucediendo realmente, que no vemos lo que vemos, que debe ser un error lo que sospechamos, o que simplemente estamos exagerando al sospechar.

- “Los niños generalmente mienten cuando señalan que están siendo víctimas de algún abuso”

Falso: La conducta más natural de los niños es decir la verdad cuando algo les afecta o les está haciendo daño. La probabilidad de que un niño o niña llegue a elaborar como fantasía una situación de abuso sexual es bajísima, por lo tanto, cuando un niño nos relata que algo así le ha ocurrido, lo más probable es que estemos ante una situación de abuso real.

- “El abuso sexual infantil ocurre sólo cuando hay pobreza”

Falso: El abuso sexual infantil ocurre en todas las clases sociales y todos los estratos socioculturales. Lo que sucede es que en clases con mayores recursos económicos se tiende a ocultar aún más la situación, produciéndose menos denuncias a instancias públicas o privadas.

- “El abuso sexual es provocado por la víctima”

Falso: El abusador siempre intentará justificar su acción alegando provocación por parte del niño, como forma de evadir su responsabilidad en el comportamiento abusivo. 

- “El abuso sexual infantil ocurre en lugares solitarios y en la oscuridad”

Falso: Estadísticamente, la mayor parte de los abusos sexuales infantiles son cometidos por personas conocidas, y generalmente ocurre en espacios familiares dentro de su entorno y a cualquier hora del día.

- “Los abusos sexuales afectan a niños mayores o adolescentes”

Falso: Los abusos sexuales afectan a menores de todas las edades, siendo el grupo más vulnerable los menores de 12 años, llegando a extremos de menores de 2 años de edad.

Visto este panorama global, ¿qué podemos hacer como padres para prevenirlo? Una buena comunicación de los padres con sus hijos es la mejor forma de prevención.


Intentar un estilo de crianza en el que se les tenga en cuente y se respete su individualidad, sin que falten los límites claros. Una educación autoritaria por medio de castigos, intimidación y poder hace ver al niño que hay que someterse al adulto sin rechistar y siempre obedecer a la figura de poder. El niño pierde capacidad de reacción, de pensamiento crítico, de sentir que es una persona digna de respeto. Con una crianza autoritaria se favorece la anulación del yo del niño, la tendencia a la culpa (que agrava el problema posterior al abuso) y la sumisión.

Hay familias que piensan que piensan que hablar sobre sexualidad puede desatar temores en sus hijos o impedir un sano desarrollo sexual o que si no se habla de sexualidad y se mantiene silenciada, el hijo estará exento de riesgo. Sin embargo, según literatura especializada, parece ser que proporcionar a los niños información suficiente del tema, que sea pertinente a su edad y comprensión, es un factor protector. Hablar sobre el tema facilita que no sean víctimas de abusos. Así que es importante hablarles sobre lo que es el abuso, para que se sepan identificar cuando alguien hace uso de su posición de poder para beneficio propio.

Es importante remarcar que la mayoría de casos ocurren en el ambiente cercano del niño, ya sea del barrio, actividades o de la casa, por ello las recomendaciones de no hablar a desconocidos ni alejarse de a casa son válidas pero insuficientes. 

¿Cómo y cuándo hablar con ellos? No existe una edad determinada para comenzar a hablar del tema con los hijos. Cuanto antes mejor, siempre y cuando se use un lenguaje sencillo, acorde a su edad y no amenazante.

¿Qué temas debemos tratar con ellos?

Hay que hacerles conscientes de su cuerpo y en especial de las partes reservadas para él mismo y prohibidas para los demás. Un término muy útil para hablar de estas partes del cuerpo, es llamarlas partes privadas". 

Al niño le queda claro cuáles son sus partes privadas, cuando sabe que son todas aquellas que cubre su ropa interior. Asimismo, es importante referirnos a ellas por su nombre, pene y vagina, y no palabras como “chichi” y “colita”. Así eliminarás la noción de que los asuntos sexuales están prohibidos o son vergonzosos.

Cuando hablamos con él acerca de sus partes privadas, debemos enfatizar en que nadie debe de jugar con ellas, ni tocarlas, ni manipularlas, ni chuparlas, ni besarlas".

A su vez, debe de quedar muy claro que él no podrá hacer lo mismo con las partes privadas de sus amigos, hermanos, primos, padres, tíos, abuelos, maestros y desconocidos, ya que respetar el propio cuerpo es igual de importante que respetar el de los demás.

A veces la percepción de su propio cuerpo como algo que debe ser respetado a veces choca sobre todo en las reuniones familiares donde el niño es obligado a dar besos o abrazos cuando no desea hacerlo, o a recibirlos. Algo tan aparentemente inocente puede ser la semilla de pensar que los adultos que se lo digan pueden hacer con su cuerpo lo que quieran.

La idea de respeto o atención a los mayores no debe confundirse con incondicionalidad hacia ellos, porque puede generar la idea de que los menores están al servicio “de los adultos”. Y es una idea bastante perniciosa a la hora de prevenir los abusos sexuales.

La idea de “mi cuerpo es mi territorio y nadie lo toca sin mi permiso” debe quedarles muy clara y no debemos temer reiterarla continuamente.

El abuso sexual no es un acto que aparece súbitamente. El abusador necesita de privacidad y del silencio de su víctima. Por lo tanto, buscará la ocasión de estar sólo y se asegurará que la víctima no le cuente a nadie lo ocurrido.

Explíquele a su hijo que existen secretos buenos (por ejemplo, un regalo sorpresa) y malos, como ocultar que le hacen regalos, que les llevan a lugares a escondidas. Que existen secretos, que no deben ser guardados, que si algo les produce daño, o vergüenza, para que deje de producir ese daño, lo mejor es que se lo cuente, que siempre le comprenderá y protegerá.


El abusador sexual suele actuar de modo gradual, empezando por pequeñas cosas para ir aumentando el abuso con cosas mucho más graves. Hable sobre el tema: los niños suelen mantener el abuso en secreto. Los abusadores utilizan el cariño, la persuasión, la mentira, o la presión psicológica, manipulan y confunden a los niños, les envuelve en una relación falsa que se representa como afectiva y protectora para que crean que la culpa es de ellos o que lo que están haciendo es algo normal o un juego, pueden amenazar al niño o incluso amenazarle con hacer daño a otras personas de su familia. Hablar con los niños sobre el abuso, adaptando nuestro diálogo a su edad puede hacer que se elimine la barrera del silencio.

La agresión sexual se hace de manera “dulce” y solapada, provocando en muchos casos en la criatura sensaciones corporales agradable e incluso goce sexual, lo que provoca sentimientos encontrados y mucha confusión en el menor, sobre todo si va acompañado de frases del “a ti te gustó, tú aceptaste”.

Diga a los niños que "si alguien trata de tocarte el cuerpo y de hacerte cosas que te hacen sentir raro, dile que NO a la persona y que se lo cuente enseguida.

Por el trabajo, el estudio y las ocupaciones diarias, caca vez hay menos comunicación con los hijos. Es preciso crear espacios de comunicación con los niños en los que puede surgir la confesión del abuso de darse este. Por eso, son los adultos los que deben fomentar desde casa una comunicación abierta y transparente entre todos los miembros de la familia. 

Procure hablar cada día con sus hijos y tómese el tiempo necesario para escucharlos y observarlos. Entérese de los pormenores de sus actividades y sentimientos. Anímelos a que compartan con usted las preocupaciones, dudas y problemas que tengan.

Desde que el niño tiene posibilidades de comprender lo que se le dice, es necesario explicarle la diferencia entre una expresión de cariño y una caricia sexual. Que existe abuso sexual y que por lo general se trata de un adulto que quiere “jugar” con sus partes privadas y luego pedirle que no se lo cuente a nadie.

Procure avisarles sin asustarlos. Subraye que la mayoría de los adultos se dedican a proteger a los niños de cualquier daño y que nunca serían capaces de hacer estas cosas, pero que también existen otros que podrían molestarlos. Tampoco se trata de evitar los “mimitos” que les dan otras personas, porque la gente en general es buena; sólo hay que aprender a decir "no" a lo que no nos gusta que nos hagan.

Alérteles de que el adulto podría ser una persona conocida, una persona amada o de confianza, o posiblemente alguna persona con cierta autoridad.

Para acabar, es importante que tengan unas instrucciones específicas acerca de cómo actuar en caso que se encuentre en una situación de abuso sexual:

Decir NO

Salir de la situación

Contarlo. A los padres o persona de confianza.



Para facilitar el tratar el tema, facilito unos enlaces a algunos materiales de apoyo para tratar el tema. Unos vídeos cortos y sencillos, así como unos cuentos, descargables la mayoría para leer y comentar.

Vídeos:

- El cuento de Iván.


- Cuidado con el zorro.


- Pao y las zapatillas mágicas.


Cuentos: 

- La Regla de Kiko


- Ojos Verdes 


- ¡Estela grita muy fuerte!:


- Cata y Benja.






martes, 24 de enero de 2017

Relajación infantil. Relajación de Koeppen.





Todo el mundo coincide en señalar que la relajación es un estado de reposo o tranquilidad y que es deseable para combatir el estrés del trabajo y la vida ajetreada que llevamos,y los niños también necesitan aprender a relajarse. Puede que no nos acordemos de cuando éramos niños y tengamos idealizada esa fase y la rememoremos de una forma despreocupada y casi ociosa.

También hay que tener en cuenta que vivimos en una sociedad que fomenta la prisa, los estímulos rápidos y la gratificación inmediata, y cada vez introducimos a los niños en este mundo de prisa y competitividad más pronto, por eso es importante tener a mano recursos que favorezcan un mayor control de la ansiedad y las tensiones.

Hay niños que por diversos motivos, se encuentran en permanente estado de excitación y no saben que existe otra sensación corporal mucho más placentera como es la relajación



Las tensiones en el mundo de un niño pueden manifestarse por medio de síntomas físicos como dolores de cabeza, enuresis, dificultad para dormir, o molestias de estómago. O bien tienen manifestaciones emocionales como enfado, tristeza o miedo. 

Los adultos a veces pedimos a los niños que se relajen sin más, como si tuvieran un resorte y pudieran volverse de mantequilla, y a veces ellos no saben ni que es ni cómo lograr la relajación que les pedimos.


La relajación de Koeppen es un procedimiento de relajación muscular que intenta enseñar al niño por medio de visualizaciones, a relajarse tensando y relajando alternativamente sus distintos grupos musculares. La idea es consigir que los niños sean capaces de reconocer su propio cuerpo y las distintas emociones. La actividad, al estar planteada como un juego entre padres e hijos, les predispone a positivamente a ella y ayuda a crear un vínculo aún más fuerte entre padres e hijos .

La finalidad es siempre que los niños aprendan por sí solos a manejar ciertas situaciones, y que esta técnica se convierta en una herramienta automática.

Se puede ambientar la situación con música relajante que favorezca un entorno cálido y sosegado.


Es importante que los niños sepan la utilidad del ejercicio, y la explicación se realiza a partir de emociones y estados de ánimo que saben reconocer: “cuando estás nervioso, cuando te enfadas, cuando no puedes dormir… notas cómo tus músculos se tensan sin darte cuenta, y eso te hace estar muy incómodo. Si consigues aprender a relajarte, cuando estés nervioso podrás controlar esa tensión y te irás sintiendo mejor.” Una vez que el niño haya comprendido lo anterior, entonces, y solo entonces podremos comenzar con el ejercicio.


TÉCNICA DE KOEPPEN DE RELAJACIÓN PARA NIÑOS


Se aconseja que las sesiones de entrenamiento no tengan una duración de más de quince minutos. Asimismo, es necesario, como mínimo, llevar a cabo de dos a tres sesiones semanales para facilitar un aprendizaje rápido, aunque lo ideal es la práctica diaria.

Es importante que siempre expliquemos al niño qué pretendemos conseguir con la relajación y hacer hincapié en el aprendizaje de una respiración lenta y profunda; para ello se le entrena al principio en dos o tres ciclos de inspiración-espiración y progresivamente se aumenta hasta cinco o seis ciclos. Cuando el niño domina este tipo de respiración, no tiene más que aplicarla en los momentos clave. 

Brazos y manos

Imagínate que tienes un limón en tu mano izquierda. Ahora trata de exprimirlo, trata de exprimirle todo el zumo. Sientes la tensión en tu mano y en tu brazo mientras lo estás exprimiendo. Ahora déjalo caer. Fíjate en cómo están ahora tus músculos cuando estás relajado. Coge ahora otro limón y trata de exprimirlo. Exprímelo más fuerte de lo que has hecho la primera vez. Muy bien. Ahora tira el limón y relájate. Fíjate en lo bien que se sienten tu mano y tu brazo cuando están relajados. Venga, una vez más, coge el limón con tu mano izquierda y exprímele todo el zumo, no dejes ni una sola gota, exprímelo fuerte. Ahora relájate y deja caer el limón. (Repetir el mismo ejercicio con la mano derecha).

Brazos y espalda

Ahora vamos a imaginarnos que eres un gato perezoso y que quieres estirarte. Estira los brazos delante de ti, ahora levántalos por encima de tu cabeza y lleva la cabeza hacia atrás. Fíjate, cuando te estiras qué sientes en tu espalda. Ahora deja caer tus brazos a los costados de tu cuerpo. Muy bien. Vamos a estirarnos una vez más. Estira los brazos delante de ti, levántalos por encima de la cabeza y tira de ellos hacia atrás, fuerte. Ahora déjalos caer. Muy bien fíjate en cómo tu espalda está ahora más relajada. Una vez más, vamos a intentar estirar los brazos, esta vez intenta tocar el techo. De acuerdo. Estira los brazos delante de ti, levántalos por encima de la cabeza y tira de ellos hacia atrás. Fíjate en la tensión que sientes en los brazos y en tu espalda. Un último estiramiento, ahora muy fuerte. Deja caer los brazos, fíjate en lo bien que te sientes cuando estás relajado.

Espalda y cuello

Ahora imagínate que eres una tortuga. Imagínate que estás sentado encima de una roca en un lago tranquilo relajándote con los rayos del sol; te sientes tranquilo y seguro. ¡Oh! De pronto tienes una sensación de peligro. ¡Vamos! Pon la cabeza dentro de tu caparazón, trata de levantar los hombros hacia tus orejas, intenta poner la cabeza entre los hombros. Aguanta así, no es fácil ser una tortuga que está dentro de su caparazón. Ahora el peligro ya ha pasado, puedes salir de tu caparazón y volver a relajarte a la luz del cálido sol; relájate y siente el calor del sol. Cuidado, más peligro, rápido pon la cabeza dentro, has de tener la cabeza totalmente dentro para poder protegerte, ¿de acuerdo? Ya puedes relajarte saca la cabeza y deja que tus hombros se relajen. Fíjate en que te sientes mucho mejor cuando estás relajado que cuando estás tenso. Una vez más ¡Peligro! Esconde la cabeza, lleva tus hombros hacia las orejas y no dejes que ni un solo pelo de tu cabeza quede fuera del caparazón. Quédate dentro, siente la tensión en tu cuello y en tus hombros; de acuerdo, ya puedes salir de tu caparazón, el peligro ha pasado. Relájate, ya no habrá peligro, no tienes por qué preocuparte, te sientes seguro, te sientes bien. 


Cara y nariz

Imagínate que tienes un enorme chicle dentro de la boca; no es fácil de masticar, está muy duro. Intenta morderlo, deja que los músculos de tu cuello te ayuden. Ahora relájate, deja tu mandíbula floja, relajada, fíjate en lo bien que te sientes cuando dejas tu mandíbula relajada. Muy bien, vamos ahora a masticar otra vez el chicle, muérdelo fuerte intenta apretarlo, que se meta entre tus dientes. Muy bien, lo estás logrando. Ahora relájate, deja caer tu mandíbula, es mucho mejor estar así que estar luchando con ese chicle. De acuerdo, una vez más vamos a intentar morderlo. Muérdelo lo más fuerte que puedas, muy bien, estás trabajando muy bien. Ahora relájate. Intenta relajar todo tu cuerpo, intenta quedarte como flojo, sin energía tanto como puedas.

Bien, ahora viene volando una de esas moscas pesada y se te ha puesto encima de tu nariz. Sin utilizar tus manos trata de espantarla. Intenta hacerlo arrugando tu nariz. Trata de hacer tantas arrugas como puedas. Deja tu nariz arrugada fuerte. ¡Bien! Has conseguido alejarla. Ahora puedes relajar tu nariz. ¡Oh! Por aquí vuelve esa mosca pesada; arruga tu nariz fuerte, lo más fuerte que puedas. Muy bien, nuevamente se ha ido. Ahora puedes relajar tu cara. Fíjate en que, cuando arrugas tan fuerte tu nariz, tus mejillas, tu frente e incluso tus ojos se ponen tensos. ¡Oh! Otra vez vuelve esa pesada mosca, pero esta vez se ha puesto sobre tu frente, intenta cazar la mosca con tus arrugas fuerte. Muy bien, ahora se ha ido para siempre, puedes relajarte, e intentar dejar tu cara relajada y sin arrugas. Siente como ahora tu cara está más relajada. 

Estómago

Imagínate que estás estirado sobre el césped, ¡oh, mira! Por allí viene un elefante, pero él no está mirando por dónde pisa. No te he visto, va a poner un pie sobre tu estómago, ¡no te muevas! No tienes tiempo de escapar. Trata de tensar tu estómago poniéndolo duro, realmente duro, aguanta así; espera, parece como si el elefante fuera a irse en otra dirección. Relájate, deja el estómago suave y relajado, tanto como puedas. Así te sientes mucho mejor. ¡Oh! Por allí vuelve otra vez. ¿Estás preparado? Si te pisa y tienes el estómago duro, no te hará ningún daño. Pon el estómago duro como una roca, ¿de acuerdo? Parece que otra vez se va. Puedes relajarte. Siente la diferencia que existe entre tener el estómago tenso y tenerlo relajado. Así es como quiero que te sientas, tranquilo y relajado. ¡No te lo puedes creer!, pero el elefante está volviendo, y esta vez parece que no cambiará de camino, viene directo hacia ti. Tensa el estómago. Ténsalo fuerte, lo tienes casi encima de ti, pon el estómago duro, está poniendo una pata encima de ti, tensa fuerte. Ahora parece que se va, por fin se aleja. Puedes relajarte completamente, estás seguro, todo está bien, te sientes seguro, tranquilo y relajado. 

Esta vez vas a imaginarte que quieres pasar a través de una valla muy estrecha y que en sus bordes hay unas estacas. Tienes que intentar pasar, y para eso te harás delgado, metiendo tu estómago hacia dentro; intenta que tu estómago toque tu columna. Intenta meter tu estómago todo lo que puedas, ¡has de atravesar la valla! Ahora relájate y siente cómo tu estómago está flojo, Muy bien, vamos a intentar nuevamente pasar a través de la estrecha valla. Encoge el estómago, intenta que toque tu columna, déjalo realmente dentro, muy dentro, tanto como puedas, aguanta así, has de pasar esta valla. Muy bien, has conseguido pasar a través de la valla sin pincharte con sus estacas. Ahora relájate, deja que tu estómago vuelva a la posición normal. Así te sientes mejor. Lo has hecho muy bien. 

Piernas y pies

Ahora imagínate que estás de pie y descalzo, y que tus pies están dentro de un pantano lleno de lodo muy espeso. Intenta hundir los dedos del pie lo más profundo que puedas en el lodo. Probablemente necesitarás de tus piernas para ayudarte a empujar. Empuja hacia dentro, siente cómo el lodo se mete entre tus pies. Ahora sal fuera y relaja tus pies. Deja que se queden flojos y fíjate en lo bien que se está así. Te sientes bien cuando estás relajado. Volvamos dentro del espeso lodo. Pon tus pies dentro, lo más profundo que puedas. Deja que los músculos de tus piernas te ayuden a empujar tus pies. Empuja fuerte, el lodo cada vez está más y más duro. De acuerdo, sal de nuevo y relaja tus piernas y tus pies. Te sientes mejor cuando estás relajado. No tenses nada. Te sientes totalmente relajado.

Al finalizar el ejercicio, si el niño no se encuentra muy cansado, podemos concluir la sesión de relajación con algunos ejercicios de respiración y visualización de imágenes que le resulten agradables.

La visualización y la respiración son otra técnica de relajación que, o bien complementa a la técnica Koeppen, o se realiza de forma independiente.


lunes, 23 de enero de 2017

Violencia de género en la adolescencia. Guías y recursos para su abordaje.




La ONU, en su Declaración de 1993, define la violencia contra la mujer (comúnmente conocida como Violencia de Género) como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o un sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada”.

Hay datos bastante preocupantes con respecto a la violencia de género y las adolescentes. Según la Macroencuesta española de Violencia Contra la Mujer de 2015 hasta el 21% de las mujeres menores de 25 años que han tenido pareja han sido víctimas de violencia de género, frente al 9% de las mujeres en franjas de edad superiores.

Según numerosos estudios, (como ejemplo este del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud ), se cree que son los factores socioculturales  los que refuerzan los estereotipos que diferencian a chicos y a chicas y las diferentes atribuciones de capacidades que se hacen a unos y otras. Esto hace que se construyan unas ideas preconcebidas de que es masculinidad y feminidad.

La violencia de género es un fenómeno complejo que es necesario comprender. Esta violencia de género no es simplemente una forma más de violencia; tiene unas características diferenciales (en su origen, mecanismos y consecuencias) que es necesario tener en cuenta a la hora de trabajar con adolescentes. (Para más información ver la documentación en los diferentes enlaces en este texto).

La violencia de género es un instrumento de control, dominio y sometimiento que tiene como objetivo imponer las pautas de comportamiento que el hombre (desde un sistema de creencias sexista) considera que debe tener la mujer con la que mantiene una relación.

En esta línea, la Doctora en Sociología y especialista en violencia de género en la adolescencia y juventud, Carmen Ruiz Repullo,utiliza el cuento de Pepa y Pepe, ideado por ella, así como los peldaños de la violencia de género, para mostrar de qué manera las y los adolescentes acceden al peligroso círculo de la violencia de género. Los ejemplos que utiliza son fruto de las investigaciones que detalla en uno de sus estudios, “Voces tras los datos. Una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes”

Os recomiendo que veáis a la propia Carmen contar el cuento de Pepa y Pepe, merece la pena por su sencillez y claridad.



Teniendo en cuenta todo lo dicho, es importante visibilizar que amar no está relacionado con los celos ni con el control. Si eres una chica que comienza sus primeras relaciones, o lo hacen tus amigas, una manera de prevenir conductas de maltrato o violencia es leer esta guía, donde podrás encontrar información sobre el amor y cómo saber si tu relación entra en terreno peligroso para ti.


Si trabajas en la educación y quieres abordar estos temas en el aula, este material te puede interesar para empezar.


Si sospechas que tu hija, familiar o amiga sufre malos tratos, puede que esta guía te ayude a saber como actuar. 




Para acabar con un tema tan complicado, denso y preocupante, os dejo con una canción de Massive Attack, donde en su videoclip plasma de una forma impactante el proceso de pérdida de autonomía, dependencia y alienación.



Gracias por tu atención.

miércoles, 11 de enero de 2017

Desesperanza y el sentido de la vida. Viktor Frankl.



Quien tiene un para qué vivir, encontrará casi siempre el cómo.

Friedrich Nietzsche

Viktor Frankl fue un reconocido neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió al holocausto. Creó un enfoque terapéutico denominado "logoterapia", que propone que la voluntad de sentido es la motivación primaria del ser humano. Se centra en encontrar el sentido a la existencia humana.


Frankl fue prisionero en varios campos de concentración nazis durante 3 años, incluidos Auschwitz y Dachau. Tras su liberación escribió el que puede que sea su libro más famoso "El hombre en busca de sentido". En él describe la vida del prisionero de un campo de concentración desde la perspectiva de un psiquiatra. 








Como ejemplo de su enfoque terapéutico, está esta entrevista, de poco más de 8 minutos, en la que Frankl ofrece momentos memorables, como la definición de desesperanza que da:


"La DESESPERANZA puede ser explicada en términos de una ecuación matemática: 

D = S – P

DESESPERANZA es SUFRIMIENTO sin PROPÓSITO".

O cuando dice: "nuestra libertad es una libertad finita. Es una libertad limitada. Eso equivale a decir que el ser humano nunca está completamente libre de condiciones, sean estas de tipo biológico, psicológico, o sociológico, pero siempre tenemos la libertad suprema, la libertad última: la libertad de elegir una actitud ante cualesquiera sean las condiciones que enfrentamos. 

Cómo reaccionamos ante condiciones que no puedan ser cambiadas, depende de nosotros, la libertad última de cambiar nuestra actitud ante esa situación".


Resalta la responsabilidad y la libertad de las personas incluso en condiciones traumáticas .