Blogs amigos.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Los miedos y Halloween.



Hoy es Halloween,  Samhain, día de Todos los Santos, da igual la tradición que se siga, hoy es  día de recordar a seres queridos que ya no están y de enfrentarse a los miedos. Más allá de clichés de película de terror, hoy puede ser una oportunidad para prestarnos atención, cerrar los ojos y meditar sobre nuestros miedos. En consulta veo muchos y variados, con más poder que cualquier zombi para anularnos. 

Miedo a engordar, a no ser aceptado, al compromiso, a no tener un estatus determinado, a perder el empleo, a lograr un empleo y no ser capaz, a no llegar a fin de mes, a no ser suficientemente bueno en algo, al abandono, a la invasión, a hablar en público, a quedarse solo, a morir, a vivir, a sentir dolor, a no sentir, al fracaso, ..

Cada persona tiene/tenemos diversos miedos, algunos más o menos paralizantes. El miedo es una emoción básica que nos indica una amenaza, ya sea real, proyectada o imaginada.

Por eso te invito a que indagues en tus miedos, no los rehuyas, que los mires y te acerques prudentemente a ellos y si no puedes, pide ayuda para lograr cierta seguridad para poder exponerte. En cualquier caso, no se puede intentar poner una solución a los miedos si se desconocen. 

Depositphotos.com

Hoy es un día para eso, como quien ve una peli de terror bajo una manta en el sofá, observa qué te da miedo, es el primer paso para que pierda poder, como cuando ves muchas veces la misma película. Y si la ves con amigos, al final todo acabará en risas.

Se trata de aprender a relacionarnos con nuestros miedos de otra manera, en lugar de intentar escabullirnos de ellos, es aprender a usarlos como brújula, dejar de ignorarlos y usarlos para poner en marcha nuestros recursos para intentar soluciones.

Como escribió Nelson Mandela en su autobiografía "aprendí que el valor no es la ausencia de mido, sino el triunfo sobre él. Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que se sobrepone a él".

Valídate, reconoce que sientes miedo, está bien y es normal sentir miedo, vale, no te gusta, pero está ahí.  No es  adaptativo autoengañarte o culpabilizarte, es mejor intentar comprender el significado que tiene, de donde viene, e intentar movilizar recursos. Da igual que no se logre al principio, los errores son una valiosa fuente de información y muy infravalorada.

Aprovecha hoy, que los miedos están muy presentes, aunque sea en clichés, y pregúntate. ¿a qué tengo miedo? y ¿cómo puedo ayudarme?

Suerte en tus indagaciones, y ya sabes, si no puedes solo o sola, siempre hay personas dispuestas a ayudarte en ello.



Feliz día.

martes, 23 de octubre de 2018

Reflexiones sobre niñofobia.







Esta mañana he visto algo en el metro que me tiene media mañana dándole vueltas. Y me ha llevado a estas reflexiones que os comparto. Evidentemente son personales y se basan única y exclusivamente en mis apreciaciones totalmente subjetivas.

Entro al vagón y lo primero que me llama la atención es una música  estridente. Me fijo y veo que proviene del móvil de un chico de unos 20 años. Al lado una mujer de unos 60 años, visiblemente contrariada, con gestos continuos de desagrado, pero que calla. En la siguiente estación, se baja el chico, y suben dos preadolescentes de unos 12 años, (lo sé porque se ven libros de 1º de la ESO). Las muchachas que entran van con la risa floja de esa edad. Al rato, la señora contrariada de antes, les increpa, "niñatas, a ver si os calláis, que esto es público y vuestras risas molestan".

Yo me bajaba en la siguiente, y antes de irme le digo a la señora "¿por qué no le ha dicho nada al chico que tenía antes al lado, no será que estas chicas pagan su silencio de antes?" Lo sé, la deformación profesional me acompaña siempre.

En estas llevo pensando toda la mañana y la reflexión que me surge es ¿Tanta niñofobia no responderá en parte a la cobardía de no decir lo que molesta y cuando molesta? ¿No será que es más fácil dirigir nuestras frustraciones hacia quien no se puede defender o consideramos menos peligroso? ¿Respondemos igual a molestias infantiles que a las adultas?

Siento que cada vez hay más permisividad con las molestias incívicas, ya sea por miedo, por desidia o pasotismo. Sin embargo esa permisividad es inversamente proporcional a las molestias que generan los menores. 

Toleramos que alguien hable a gritos en un restaurante, pero no que lo haga un niño o una niña. Toleramos que en un avión dos personas mantengan una conversación en voz muy alta, pero no que lo hagan niños. Se tolera que adultos armen jaleo en un hotel por la noche, pero no que bebés en la habitación de al lado pasen mala noche.

Se está excluyendo a los menores de los espacios públicos.



Vale que los progenitores y demás cuidadores tenemos que enseñarles qué es eso de compartir espacio público y respetarnos unos a otros, que tenemos que enseñarles que no todo lo pueden hacer por el simple hecho de ser niños, que pueden resultar molestos algunos de sus comportamientos, cómo lo es el comportamiento de otras personas adultas. En esta endoculturación, les hacemos flaco favor si les enseñamos que está bien descargar la frustración en el que consideramos más débil, o que no está en posición de poder defenderse.

Con este doble rasero les enseñamos que no son criticables actos concretos, sino las personas que los perpetren, y según qué tipo de persona sea se puede criticar o no.


Disculpen, pero esta doble moral yo la veo muy, muy peligrosa. No olvidemos que los niños de hoy, serán los adultos de mañana, y lo que les enseñemos como bueno hoy, lo entenderán como bueno mañana.

jueves, 18 de octubre de 2018

Cuento con enseñanza. "El sultán que soñó que perdía todos los dientes".






Hace tiempo leí un bonito cuento, breve y cargado de sabiduría: 

"Cuentan que una noche un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Enseguida cuando despertó, ordenó llamar a un adivino para que interpretase su sueño.



- ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino – cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.



- ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!



Llamó a su guardia y ordenó que encierre al adivino durante una semana y que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajeran otro adivino. Enseguida cuando lo vio, le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:



- ¡Excelso Señor! ¡Felicitaciones! El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.



Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al adivino. 


Cuando este salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:


- ¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.



- Recuerda bien, amigo mío – respondió el adivino – que todo depende de la forma en el decir. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos delicadamente y la ofrecemos con ternura, sin dudas que será aceptada con agrado".

Autor desconocido.


Audience of Charles Gravier (1717-87), Comte de Vergennes


Muchas veces nos sorprende la reacción de otras personas a nuestras palabras, cómo aparentemente rechazan nuestras opiniones frente a otras que parecen iguales. Este bello cuento nos muestra la importancia del cómo nos expresamos, y no sólo el qué. El expresarnos es todo un arte que tendemos a olvidar.

Te invito que que observes tu manera de expresarte, que experimentes otras modalidades en en tu mensaje, incluso en las redes sociales. Tenemos un idioma muy rico, usémoslo con cuidado y esmero para acercarnos en lugar de para separarnos.

Gracias por leerme, si te ha gustado te invito que comentes y lo compartas.